Volver de sueños criónicos
Hay dos puntos que acercaron a Riorevuelto y a nuestros nuevos amigos criónicos: 1) las ganas
de no morir y, consecuentemente, 2) el interés por el transhumanismo como perspectiva que
acompaña a la primera intención. El primer punto es revolucionario en la historia de la humanidad,
ya que es la primera vez que se plantea en estos términos. Frente a toda una historia de
supervivencia, hoy el humano busca vivir lo más posible y en las mejores condiciones que
encuentre. La humanidad siempre soñó con lograr una juventud eterna; el tema aparece en casi
todas las mitologías. Pero, ¿para qué?
Con esta pregunta se abre otro debate, uno donde la ciencia no es la proveedora: ¿cuáles son los
componentes imprescindibles para la extensión de la vida? O mejor dicho, ¿cuáles son los
motivos para extender la duración de la vida? ¿Cuáles son las raíces de las ganas de vivir?
La vida actual, creada por el humano, no parece ser adecuada para inmortalizarse. El primer
indicio de esto es la cantidad de tristeza que se encuentra en cada metro cuadrado del mundo. La
humanidad hoy vive en las mejores condiciones que jamás conoció; sin embargo, está deprimida.
Incluso se acostumbró a este temple de ánimo existencial. También podría pensarse que, hasta
que la humanidad no se encuentre fuera del camino de la extinción, va a ser difícil concebir
cualquier estilo de vida.
Acá se plantea otra idea fuerte: no es que haya vida después de la muerte, sino que hay vida
antes de la criónica. Proponer la inmortalidad del humano asusta a una sociedad atravesada por
lo gregario y que hace siglos se reúne alrededor de la finitud. Esta vida previa, es la que se busca
inmortalizar. Hace falta cambiarla, convertirla en una vida auto-regenerativa. Abandonar la
fantasía de que “algo mejor después de la muerte” va a suceder. Lo que se busca está más acá,
antes de doblar en la muerte.
Esto lleva nuevamente al transhumanismo. No el mainstream que se consume hoy, sino uno que
realmente busque trascender a la humanidad para construir una vida mejor. Aquello que se busca
más acá, la ciencia no lo puede garantizar: es una construcción de sentido. Por eso, es necesario
diferenciarse del transhumanismo dominante, que cree que la ciencia puede resolver todo. La
ciencia es condición necesaria pero no suficiente. Generar un sentido para tener ganas de vivir se
busca en otro lado. Constituir una vida que tenga como filosofía la independencia radical del
humano es el primer paso. Se necesita entonces, concebir nuevas alternativas de vida para el
futuro; posibilidades que se enriquezcan con la idea de vivir indefinidamente.
El problema del envejecimiento no se soluciona solamente con una herramienta científica. Hay
que construir el sentido de una vida. La cultura entonces, deberá reinventarse de tal forma que
pueda suscitar acontecimientos que no se agoten en sí mismos. Debe darle estructura y contenido
a una idea de infinito.
La propuesta es trascender lo que hoy se conoce como humano para lograr una liberación más
profunda. Acceder a una libertad que le rompa al deseo humano sus manías estandarizadas.
También, quebrar la dicotomía de vivir en grupo o en soledad. No son opciones excluyentes.
Compartir con otros, en la medida en que nazca de un deseo. Jamás de una necesidad. Expandir
nuestro tiempo de manera indefinida conlleva una invocación mutua : se necesita un sentido
nuevo para vivir más mientras que, vivir más (y mejor), invita a abrir nuestra imaginación a nuevas
formas de vida.