Yendo de lo intangible a lo orgánico
Empezar a pensar y medir el impacto que variables más intangibles pueden tener en nuestra vida cotidiana se ha convertido en una incipiente -y bienvenida- tendencia, permitiéndonos darle entidad a aquellas cosas que si bien quizás no tienen una representación física pueden afectarnos tanto a nivel orgánico como psicológico.
Según el escritor y activista Clay Johnson, el modo en que consumimos regularmente contenidos en la web puede estar generándonos diversos trastornos, es por eso que en su último libro “The information Diet, a case for conscious consumption” (http://www.informationdiet.com/) sugiere que el problema no pasa por la supuesta sobrecarga de información, sino que es cuestión de desarrollar una conciencia respecto de nuestros hábitos de lectura y selección.
En este sentido Johnson comienza su alegato hablando de que de la misma forma en que el consumidor debe hacerse responsable por su alimentación, sin depender o esperar nada de los organismos gubernamentales o el sector privado, lo mismo sucede con la información que “ingerimos” diariamente, proponiendo algo así como un “movimiento sustentable de noticias”.
De manera ilustrativa también nos introduce en la producción en masa de contenidos para la Web, referenciando el funcionamiento del conglomerado mediático y sus “contents farms”, que al igual que la industria alimenticia, privilegian la generación de productos de mala calidad a bajo costo… podría decirse un equivalente al “fast food” pero en el ámbito comunicacional.
Párrafo aparte merece la mención a las nuevas estrategias de publicación que usan sitios como The Huffington Post o Gawker, donde mediante técnicas como el “multivariate testing” se testean contenidos en vivo según su popularidad (por ejemplo se utilizan distintos titulares para una misma nota y se selecciona el más clickeado). Asimismo Johnson llama a prestar atención a las consecuencias de nuestros clicks, ya que tanto en las redes sociales como en otros lugares, éstos implican una votación por algo, haciendo que ese material sea más visible para otras personas a expensas de otras posibles publicaciones. Así también es como se producen las llamadas “affirmation based news” de las cuales habla el autor, promoviendo el consumo de noticias que no fomentan un intercambio saludable de ideas, sino que reafirman las propias cosmovisiones.
En un escenario de complejización de los procesos de generación y filtrado de contenidos resulta fundamental ante todo evitar recortes de la realidad o enfoques minimalistas (recordemos a Rolf Dobelli del “Slow Thinking Movement” y su idea de dejar de consumir noticias, http://www.theguardian.com/media/2013/apr/12/news-is-bad-rolf-dobelli?guni=Article:in%20body%20link). Sobre este punto “The Information Diet” hace énfasis en consumir mejor, no necesariamente menos.
Sin embargo, pese a que el enfoque de Johnson resulta un avance en el sentido de empezar a darle entidad a fenómenos más abstractos pero igual de determinantes (plano cultural), y a denunciar procesos de industrialización contraproducentes en un mundo cada vez más plastificado, a la hora de las propuestas todo el “momentum” construído decae un poco. Las comparaciones con el ámbito de la alimentación pueden servir para ejemplificar ciertas cosas, pero se quedan cortas a la hora de definir nuevas estrategias para el individuo contemporáneo. Por ejemplo, recomendar en vez del popular “eat local” un “empezá por leer noticias locales o de tu familia y comunidad” no parece un consejo muy acertado para el evolucionado contexto actual. Y si resultan sensatas ciertas recomendaciones como tratar de ir a las fuentes, no consumir información sensasionalizada o evitar las publicidades, ciertamente no necesitábamos otro libro que nos dijera esto.
Aquí una entrevista del año pasado al autor: