Algo que quería compartir…

Otra vez, sigo asombrado por las palabras de Julia Butterfly Hill. Siento que el mensaje comunica es muy pero muy esencial.

Acá va algo que también puse en mi blog:
http://incredibletimes.org/

It is ok to point at what is wrong, but it is more important to stand for what is right. That by, standing for what is right, we cause our world to come in that direction. We manifest what we focus on, so the more we focus on what is wrong, we shouldn't be surprised if we get more of it. This does not mean close our eyes and pretend the devastation of the planet is not happening, that injustice against people is not happening, but as we open our eyes and our hearts to what is wrong, we are standing for and co-creating what is right, that our energy goes into what is right.

Está bien si se apunta a lo que está mal, pero es más importante defender lo que está bien. Entonces, por defender lo que está bien, causamos que el mundo vaya en esa dirección. Manifestamos aquello en lo que nos concentramos, por eso, cuanto al concentremos en lo que está mal, no deberíamos sorprendernos de recibir más de esto. Esto no quiere decir cerrar los ojos y pretender que la devastacción del planeta no está sucediendo, que no existe la injusticia entre las personas, pero cuando abrimos nuestros ojos y corazones a lo que está mal, estamos defendiendo y co-creando lo que es correcto, nuestra energía va a lo que es correcto.

(comentario)
Espero que se comprenda que la definición de bien y mal en este texto, tiene como raíz un deseo de proyectar una misma luz hacia el interior y el exterior, en encarnar en nuestro propia existencia, la proyección de un camino que podría llevarnos a coexistir pacíficamente entre nosotros, con el planeta en sí y con nosotros mismos. Plantea que hay un camino más lógico, por cuanto tendría innumerables beneficios para todos, absolutamente todos los seres.

Julia Butterfly Hill

Me encantaría escuchar lo que les dispara.

Un abrazo grande, este jueves estoy en Ciudad!

Rafa

Riorevuelto
No Comments
  • Charly
    Reply

    Hola Rafa, valioso aporte…

    Te cuento lo que me dispara a mí.

    Como todo discurso ambientalista que me ha tocado apreciar, observo la siguiente secuencia de problemas argumentales y operativos:

    1) Una aproximación emocionalmente sufriente a la tarea de individualizar cuáles son las tomas de conciencia más importantes/interesantes en el mundo contemporáneo.

    2) Un acultural apego a la "vida en el planeta", gambeteando una crítica integral a las dinámicas intrínsecamente destructivas que constituyen los valores humanos hegemónicos. 

    3) Carencia de un sentido estratégico/táctico, proveniente de los puntos anteriores.

    4) Renuencia, rayana en el trauma, para definir ya no "enemigos", sino lo que podría ser más interesante, "adversarios". Y no pienso en un concepto de individualización de estos adversarios, sino en la identificación cultural de conceptos que, funcionalmente, ofician de "rivales" u "obstructores" de los planes que uno tenga para la intervención virtuosa en el mundo.

    Estos factores probablemente expliquen la masiva suscripción que suscitan estas "causas" hoy en día: parece ser más fácil, menos disruptivo, ser ambientalista o progre que enfrentarse a verdaderos desafíos, en el sentido de la baja irritación que produce en el "no militante" u "hombre común" la relativa generalización de estos posicionamientos.

    Más allá de eso, rescato la lectura personal que abstraés del discurso de Hill, pero me temo que no es totalmente representativa de lo que ella tiene en la cabeza.

    En resumen, concuerdo con la vocación de positivizar el discurso, de privilegiar la propuesta, pero la crítica es fundamental para desarmar las inercias y hegemonías existentes, y eso probablemente implique la necesidad de no rehuirle a cierto tipo, para mí constructivo, de "enfrentamiento" competitivo (competitivo en el doble sentido, de competición y de eficacia).

    Abrazo!

    17 de July de 2011 at 10:35 pm
  • Rafa
    Reply

    Hola Charly! Buena onda leer tu respuesta. Voy a tratar de responderte siguiendo los items de tu mensaje.

    1) Si hubiese alguna manera de resumir cuál es la emoción que propongo, para que gobierne la tarea de, como vos dijiste, indiviudalizar cuáles son las tomas de conciencia más importantes o interesantes en el mundo contemporáneo, diría que la raíz proviene de una emoción o emoción activa, que es la compasión. Desde mi comprensión de la compasión, pienso que puedo describirla por, en un principio, un deseo proyectado hacia afuera desde lo más profundo de nuestro ser; el deseo de que todos los seres vivientes puedan encontrar una armonía que genere una espiral de creación, así como por, entre muchas otras cosas, un sincero respeto por toda la vida. El paso siguiente, es reconocer que, por más que todos los seres vivientes seamos, inherentemente muy pero muy diferentes, lo que es común en todos es que el sufrimiento es equivalente, por cuanto el sufrimiento, desde la percepción directa de un ser humano, no es diferente en ningún aspecto del que pueda sentir un caballo, un sapo, un tiburón, o una tortuga por ejemplo.

    Propongo que se use esto que describí, como la brújula y la lupa, que usamos para buscar los lugares que duelen. Pienso que, si considerás que este discurso es "sufriente", creo es porque, sin duda, el primer paso para identificar las tomas de conciencia más importantes, es buscar dónde se están produciendo las heridas, y participar actívamente en la curación. Entiendo que estas palabras son bastante abstractas, y por eso voy a ver si puedo dar algún ejemplo. El otro día, salí al jardín de mi casa para ordenar un pequeño lugar en el fondo del jardín en el que guardamos unas bicicletas, dos reposeras y, ocasionalmente, había una buena pila de materiales de construcción. Mientras levantaba las bolsas de cemento y arena, ví que debajo, estaban escondidas tres tortugas. Siempre están en el jardín, y usualmente solían resguardarse abajo de ese techito, pero no sabía que se habían metido en el polvo, entre bolsas pesadísimas de cemento. Estaban todas llenas de polvo, apretadas entre las bolsas. Saqué a una, después a otra, y la última estaba atascada. Estaba trabada entre una bolsa y la pared. Parecía haberse metido ahí sola. Por más que trataba, no podía sacarla, así que tuve que correr las bolsas (pesadísimas) primero para poder sacarla. Cuando la saqué, era la única que casi no se movía. Estaba viva, pero no se movía. Cuando las ví, entendí que sus abuelos, tal vez, vivieron en algún desierto, y a ellas, les tocó hibernar entre bolsas de cemento. Sentí que necesitaban mi ayuda. Que necesitaban que les preste atención, porque ellas estaban ahí, en un medio ambiente extraño, alenadas de su verdadero espacio vital, porque algún humano la trajo allí, y nadie estaba prestándole atención a su sufrimiento. Solo yo, directamente, tenía el poder de hacer sus vidas mejores, de construirles un hogar, limpiarlas y darles un medio ambiente más adecuado a sus necesidades. Ahora están hibernando en una casita temporaria que les armé. Esto mismo puede extenderse a todas las tomas de conciencia. El petróleo, por ejemplo. Cuando vemos una foto de un pájaro, cubierto de petróleo, bañándose en un charco tóxico, o de una tortuga de mar atascada en una red de pesca, desesperada porque no puede subir a la superficie a respirar, el sufrimiento que les estamos causando a estas criaturas puede ser una llamada poderosísima a cambiar el motor de nuestras vidas. A comenzar a movernos para sanar, en vez de destruír. Y ahí es donde tenemos el poder más grande que puede existir, que es el de elegir cómo vivimos la vida. Elegir entender que la nafta que pongo en el auto, o la botella de shampoo, o el vasito de plástico que me dieron con el café, vienen, en algún sentido, directamente y sin escalas, de el lugar donde se derramó el petróleo. Entender que la lata de atún que compré en el supermercado, bien podría haber venido de un barco en el que se mataron varias tortugas de mar, o que ese mismo atún fue pescado tanto, pero tanto, que se encuentra al borde colapsar, es decir, de desaparecer. Al entender esto, tenemos la maravillosa libertad de elegir mover nuestras acciones. Podemos buscar, hasta el máximo de nuestras posibilidades, ser vivos representantes de la forma en la que creemos que es mejor vivir. Podemos elegir utilizar menos plástico, así como podemos elegir no comer pescado. Nuestras acciones son lo único en el mundo que puede cambiar la consecuencia de nuestras acciones.

    2) Siguiendo la línea de lo anterior, pienso que la crítica a integral a las dinámicas destructivas que predominan hoy en día en el mundo, es el punto de comienzo para buscar el camino en nuestra vida. El reconocer el rastro de destrucción que estamos dejando a nuestro paso, podemos buscar concientemente una bifurcación en el camino que reduzca este rastro, y también busque comunicarle a las otras personas, desde la personificación misma, que el cambio, solo ocurre cambiando. No se puede forzar a nadie a cambiar, porque el cambio siempre sería artificial. El cambio, creo yo, surge desde la percepción más directa y conectada de la naturaleza de nuestros actos. Incluso de el impacto que nuestro estilo de vida y constumbres tienen en el mundo.

    3) Yo pienso que, ciertas personas pueden ser más receptivas a un mensaje que las llame a cambiar, pero estoy seguro de que planear una estrategia global, solo tiene sentido si se comienza por la búsqueda interna de vivir la propia vida con este nuevo propósito. Pienso que plantearse elaborar una estrategia o táctica que nos proporcione una "victoria" definitiva, es pretencioso, por cuanto la mayoría de nosotros no tenemos la posibilidad de llevar a cabo un plan de escalas globales. Sin embargo, como señalé anteriormente, creo que, para ser un poco críptico, no tenemos que esperar nada, y sin embargo tenemos que buscar todo. No podemos esperar que toda la gente en nuestra ciudad deje de usar plásticos descartables, y tome conciencia, pero sí podemos dejar de usarlos nosotros, y explicarle a todo aquel que quiera escuchar, por qué decidimos, hasta el máximo de nuestras posibilidades, no ser generador de la destrucción.

    Bueno, se hizo muy tarde, espero leer tu opinion…

    Un abrazo!

    Rafa

    18 de July de 2011 at 1:05 am
  • Charly
    Reply

    Buenísimo el intercambio Rafa.

    Desde mi punto de vista, la constitución de la compasión como el núcleo central a partir del cual se construyen sentidos y posicionamientos es una de las inercias más costosas de la cultura contemporánea y, no casualmente, ha sido la bandera de las hegemonías conservadoras representadas, como ejemplo, por las religiones más diseminadas.

    El primer gran problema de construir a partir de la compasión, es que presupone, de manera más o menos explícita, que el agente en cuestión (el que siente compasión por un otro), ha llegado a una situación de cierta superación, o realización razonable, con respecto a tal otro.

    Tomemos el ejemplo de una persona compadeciéndose por cuanto animal se le cruce. Si lo que predomina en ella es la compasión por los animales, uno tendería a pensar que esta persona está, comparativamente hablando, relativamente (subrayo, relativamente) conforme con su propia situación, y en particular con el lugar que el hombre como especie le está asignando a él y a los demás hombres, en comparación con el objeto compadecido. Ante cada hombre conmovido por el maltrato a los animales siempre me pregunto, ¿este hombre piensa que los demás hombres, a través de la cultura, lo tratan bien? ¿y él en particular, se trata bien a sí mismo?

    A la luz de una crítica cultural integral, es probable que la compasión de este hombre del ejemplo resulte exageradamente focalizada y curiosamente condescendiente.

    Esta idea tiene, entonces, un primer efecto de nivelación hacia abajo, promoviendo siempre la comparación con las situaciones de mayor precariedad e inmediatez, lo cual es tentador para los hombres sensibles, pero es un grave error.

    El segundo efecto perverso tiene que ver con una disputa filosófica de fondo que con suerte pueda empezar a plantearse desde el punto de vista de las estrategias para el mejoramiento del mundo, y que yo definiría por un doble eje de contraposiciones: cultura versus demás órdenes, centralización versus propiedades emergentes.

    El primer eje tiene que ver con una idea simple: por más que sea incómodo, que genere trastornos, ¡hay que decidirse a consagrar a la Cultura como el campo más eficaz para trabajar los problemas! Al lado de la Cultura, todos los demás órdenes son meros síntomas. ¡Causas en vez de consecuencias! Si no, pareciera que hay un interés en no revisar más allá de cierta profundidad (que, ciertamente, lo hay). En la discusión que nos convoca, si no desarticulamos la Cultura de la Muerte (¡para empezar, la muerte humana!), resulta absurdo esperar algo menos que destrucción hacia los demás órdenes.

    El segundo eje, marca también una prelación diferente: lo complejo le gana a lo simple. El individuo descentralizado, a través de su conducta y sus acciones, prevalece ante toda definición de estructura reglada. Y allí es en donde resulta fundamental promover la emancipación de la entidad viva más compleja que tiene el universo conocido, que es el hombre suelto.

    Si el hombre no se da cuenta que la primer causa estratégica consiste en liberarse de la cárcel que le impone la Cultura sometiéndolo a una pérdida irreparable de complejidad, congraciarse con otros cautiverios no sólo resultará vano, sino contraproducente para resolver los problemas y oportuno para la cultura hegemónica.

    Abrazo!

    18 de July de 2011 at 2:26 am
  • Daniela.
    Reply

    Hola! cómo están tanto tiempo :P…estaba leyendo el intercambio y me parece muy interesante. Quería hacer algunos pequeños aportes al mismo.

    En primer lugar, el tema de la compasión. Atendiendo a sus comentarios me parece que ambos tienen una concepción diferente de lo que ésto significa, ambas válidas y además vigentes. Desde mi punto de vista la misma tiene que ver más con la empatía que con un sentido de superación sobre el otro, compartir la "pasión" con el otro, comprenderlo desde la sensibilidad. De la otra forma sería algo muy parecido a la lástima y un perverso sentimiento de alegría ante la situación que podría ser perjudicial o menor en la que está sumergido el o los otros- la misma lógica de la caridad.

    Por otro lado, la definición que se le dé a la misma es parte del lenguaje de un entramado cultural, la forma en que se la practique, su materialización.

    Es interesante comprender cuáles son los motores de una cultura, darse cuenta que la misma funciona como una matriz, como un sistema donde todas sus dimensiones funcionan de manera interelacionada, retroalimentándose unas a otras.

    Poder descifrar qué tipo de relaciones, comunicaciones, formas de pensar, sensibilidades se fomentan, a partir de qué paradigmas? cuáles son las imágenes e ideas fuerza que se manejan…el lenguaje que utilizamos puede decirnos mucho hacerca de la visión de mundo que tenemos, así también como los métodos de conocimiento que adoptamos.

    Lo que tiene el ser humano, es la capacidad-potencial al menos- de la autoconciencia, de la autoobservación y reflexión para poder elegir el camino a seguir, para no ser un esclavo autómata de la maquinaria cultural que lo asfixia. Para elegir sus metas, para buscar y lograr su libertad dándose cuenta del tipo de libertad que está buscando.

    Pero además para cambiar su sensibilidad, que ha ido forjando dentro de una cultura particular. Y en este sentido, la compasión-tal como la describí- es una aptitud positiva de relacionamiento, no solo con el ambiente natural, sino con los otros hombres y también consigo mismo, de la mano siempre de una actitud reflexiva para comprender los complejos fenómenos del que el ser humano es parte constitutiva…

    Por esto, me parece que se hace necesario un nuevo enfoque que tenga que ver con un conocimiento más integral, no sólo racional, no sólo emocional, no sólo sensorial, sino todos juntos en un sentido de cambio de conciencia en acción.

    Espero poder haber aportado algo-y si no igual siempre es lindo compartir ideas con quienes buscan nuevas respuestas ;)..

    Saludos!

    18 de July de 2011 at 11:36 pm
  • Rafa
    Reply

    Hola Charly. Al leer lo que escribís, siento que tal vez estás dándole un significado diferente a algunas palabras del que yo conozco y el que yo hablo. En particular, cuando yo me refiero a la compasión, me refiero a algo muy diferente a lo que vos describís como tu comprensión de esta palabra.

    Capás nos entenderíamos mejor, si dejaras atrás todos los conceptos que ya tenés acerca de, en particular, la compasión, y te permitas re-significar esta palabra.

    Para aportar un poco más de material a mi visión de la compasión, voy a citar algunos textos.

    "Para derribar el primer mito: sentir compasión no significa tener lástima hacia los demás. Hagamos el ejercicio de imaginarnos, tan solo por un instante, en medio del sufrimiento. Desde esa posición, observemos con atención el efecto que nos produce que el otro nos mire con pena, lo mal que nos hace sentir. Es fácil comprender, desde esa perspectiva, lo poco edificante que es el sentimiento de lástima, dirigido hacia los demás o hacia nosotros mismos. El sufrimiento es parte de la vida y a todos nos toca una porción. Frente a esta certeza nos queda poco lugar para la lástima.

    Inducidos por mensajes culturales, asociamos la compasión a una condición de bondad tan pura que nada debería contaminarla: quienes se consideran a sí mismos seres compasivos se paralizan al constatar que, al mismo tiempo son capaces de enojarse o incapaces de perdonar. Ven "manchado" ese "noble" sentimiento y cuestionando el absoluto de su ideal.

    Pero ese absoluto está lejos de ser deseable. Chogyam Trungpa, maestro budista de Meditación, forjó el concepto de "compasión idiota": el equívoco que nos lleva a perdonar una mala actitud del otro, movidos por la compasión, propiciando su reincidencia. Podemos sentir que alguien se está equivocando cuando decide hacer el mal, y por ello sentir tristeza por él, incluso compasión por el sufrimiento que esa persona produce en sí misma y en los demás. Pero permitir que los demás hagan cualquier cosa porque nosotros no tenemos coraje para ponerles límites no significa, ciertamente ser compasivos. Si una persona es violenta, lo compasivo es no tolerar la agresión, que por lo demás se alimenta a sí misma. Si logramos ponerle límite a la situación enfrentaremos reacciones de enojo y obstáculos para sostener nuestra decisión, pero es lo más compasivo que podemos hacer por los demás, por difícil que resulte. No nos agradecerán, dice Trungpa, y no quedarán contentos, pero estaremos dando una oportunidad a que ellos tomen conciencia o trabajen sobre su parte en el problema. Tal vez comiencen a hacer lo que necesitan. Podemos sentir amor hacia otro, tal vez simpatía o empatía, podemos desearles felicidad a los demás. Pero la compasión es desear a otra persona que se libere del sufrimiento." (y no del sufrimiento que no podemos evitar, sino del que es innecesario o auto-infligido)

    "Claro que la compasión no está completa si no comprendemos que es necesario practicarla también, con nosotros. Muchas buenas personas se maltratan a sí mismas para evitar daños a otros: otros que, muchas veces, terminan dañándolos a ellos. Qué difícil es dar cuenta del maltrato cuando las señales no son evidentes, cuando no deja la marca tangible, como sería, por ejemplo, la de un golpe en el propio cuerpo. Tantos siglos de violencia instuida la han utilizado: desdestimamos nuestra percepción del maltrato y de su prolongación, el auto maltrato"

    Mi mamá (Lic. Fanny Libertun) escribió esto en un artículo para una revista.

    Acá va otro pedacito del mismo texto:

    "Kristin Neff establece, además, las diferencias entre el concepto de compasión conciente hacia uno mismoy el zarandeado concepto de "autoestima". La autoestima tiende a aumentar cuando las cosas van bien, o cuando se experimenta éxito personal. La compasión conciente se siente aún cuando las cosas van mal.

    La autoestima implica la evaluación de uno mismo de manera positiva y, a menudo, la necesidad de ser especial y ubicarse por encima de un supuesto promedio. La auto-compasión no está basada en comparaciones, sino en todo contrario: se apoya en nuestras similitudes profundas con los otros por el mero hecho de compartir la condición humana.

    La auto-compasión es una manera amable de relacionarnos con nosotros mismos, incluso en casos de fracaso, incapacidad percibida, imperfección. El esfuerzo para incrementar la autoestima puede ser contraproducente. Las investigaciones demuestran que la auto-compasión proporciona una mayor resistencia y mayor estabilidad emocional que la autoestima."

    Por eso, por más radical que parezca, yo me pregunto, ¿cómo sería el mundo si esta compasión inteligente de la que hablo fuese el motor de nuestra cultura? ¿Cuál es el primer paso para intentar transformar, o cambiar los valores que, como sabemos, vienen llevando al mundo a una segmentación, a la separación, a la violencia, a la destrucción? ¿Existirá un conjunto de valores que, de encarnarlos puedan convertirnos verdaderamente en seres más evolucionados? ¿Existe otra manera de generar el cambio que no parta de una transformación total de nuestros propios valores internos con nosotros mismos?

    18 de July de 2011 at 11:45 pm
  • Charly
    Reply

    Hola a todos.

    Primero, más allá de que no descartaría "dejar atrás todos los conceptos que ya tengo acerca de la compasión", como sugerís, me gustaría antes contar con alguna razón para hacer semejante cosa.

    Y analizando los materiales que aportás, Rafa, no veo que el problema esté en las diferencias de significado que ambos podamos estar dándole a la palabra.

    La Real Academia Española define compasión como "Sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias". En Wikipedia leo que su raíz griega significa, y cito, "literalmente, sufrir juntos".

    En tus comentarios y citas no puedo encontrar un solo concepto que realmente se despegue del espíritu de los mencionados. Trungpa, citado por vos, dice "pero la compasión es desear a otra persona que se libere del sufrimiento.".

    Que quede claro. Yo creo que la compasión es una emoción humana positiva, pero el problema es que se configure como motor central de un proyecto filosófico y de intervención en el mundo.

    El reconocerse fundamentalmente en el sufrimiento me resulta, desde un punto de vista histórico, muy trillado, y desde un punto de vista predispositivo, muy negativo. ¿El sufrimiento existe? Correcto. ¿Es positivo encontrarse contingentemente con otros seres humanos en el sufrimiento? Vamos con esa. Pero hacer del sufrimiento el eje humanizante y articulador me parece tan perdidoso y acotado como la tan difundida consagración de la finitud como nobilizador necesario de la experiencia consciente.

    Libertun agrega: "La auto-compasión no está basada en comparaciones, sino en todo lo contrario: se apoya en nuestras similitudes profundas con los otros por el mero hecho de compartir la condición humana. (…) es una manera amable de relacionarnos con nosotros mismos, incluso en casos de fracaso, incapacidad percibida, imperfección."

    Observo en este discurso una dramatización del acto de poder comparar, analizar y diferenciarse. De tan amable, la compasión devenida en pilar existencial parecería ser traumáticamente condescendiente.

    Variadas religiones (y sistemas de ideas aledaños) consignan en sus dispositivos filosóficos una estrategia de sensibilización del hombre que parece apostar a actitudes cercanas a la postración.

    Y me parece que para ser amable, sensible y comprometido, no sólo no hace falta hacer eje en el sufrimiento, sino que es imperioso poder acoplar esas virtudes con la capacidad de despliegue vital de una actitud definitivamente más diferenciadora y positiva.

    19 de July de 2011 at 1:36 am
  • Ana
    Reply

    Hola a todos.
    En principio, no es tarea fácil intervenir en este debate sin herir sensibilidades. No es mi intención.
    Lejos de situarme como "abogada del diablo", considero pertinente contextualizar los conceptos a los que hacemos referencia.
    Los aportes de Rafa, Daniela y Charly son sumamente significativos y les agradezco por esta reflexión conjunta!
    Personalmente considero que "compasión" y "autocomprasión" son conceptos un tanto dañinos tanto como la malversación de la idea de "autoestima" o "éxito". En cualquier caso, todos ellos son autorreferenciales en la medida en que implican una valoración del sí mismo con respecto a un "otro" (soy menos que… soy más que…)
    No puedo decir que concuerdo con la "conmiseración" como motor de un cambio positivo. Lo mismo me genera el burgués concepto de "autoestima".
    En ambos casos se trata de contrucciones sociales con cargas valorativas subjetivas. No obstante, todo lo relativo a la "compasión" me resuena a "pena por…". Parece que la pena que no une como humanos, defensores de los derechos de la vida y seres sensibles no deja de evocar una suerte de "superioridad" versus "inferioridad" con un fuerte anclaje judeo-cristiano claramente arraigado en nuestro acervo cultural. Sentir pena por el otro y aún por uno mismo (sé que no son las claves que plantea Rafa con su increíble calidad como ser sensible)son armas de doble filo.
    Concuerdo con Charly en que partir de estas premisas puede ser algo peligroso en la medida en que alzar banderas en torno a la "pena" o a la "fragilidad" no parece ser una estrategia eficaz (en el mejor de los sentidos) para propiciar una apetura hacia la autonomía o la posibilidad de construir nuevos sentidos. Lo mismo me genera la cuestión de la autoestima. No descarto la propuesta de Rafa, pero debo decir que "sensiblidad" y "fortaleza" no necesariamente son opuestos. Al contrario, creo que una síntesis dialéctica de supuestos que aparentemente resultan contradictorios es un camino para abrir perspectivas que apunten a tomar en cuenta la complejidad, la creatividad, la originalidad y la posibilidad de co-construir nuevas visiones, desnaturalizando los sentimientos implicados en uno u otro caso.
    Más allá de las cargas emotivas específicas, considero que el sufrimiento como eje de un posible cambio no es desdeñable aunque la historia nos muestra que las prerrogativas de corte humanista hacen agua de la misma forma en que los usos de estos conceptos no están desligados de intereses político-culturales.
    Concuerdo con Rafa en que el cambio comienza por uno mismo; pero nos guste o no, somos seres gregarios y sesgados por mandatos, experiencias e interpretaciones.
    Quizás deberíamos pensar en términos prácticos y un tanto más "aguerridos". Cuando Daniela habla de racionalidad, me parece que intenta apelar a un equilibrio entre la cabeza y el corazón. No es poca cosa. Recordemos que somos seres "escindidos" en la medida en que mantenemos cánones que, a lo mejor, ya no resultan válidos a los fines de plantear una mirada diferente que haga a un lado, al menos por un ratito, los condicionamientos "pro", "psi", "eco". En lugar de resistir, propongo asistir con cuerpo, alma, mente, conciencia y corazón a una suerte de desafío en un doble sentido: comprometernos con nosotros mismos y con los "otros" pueden ser dos caras de una misma moneda.
    Podría continuar, pero hasta acá llego por hoy.
    Gracias a todos por sus maravillosas contribuciones. Espero no ser críptica. Acepto críticas, comentarios y reflexiones.
    Cariños,
    Ana Kerman

    20 de July de 2011 at 8:44 pm
  • Charly
    Reply

    Hola Ana, excelente post. Me surgen los siguientes comentarios:

    1) No me parece del todo adecuada la contraposición compasión vs. autoestima. Creo que son emociones y/o funciones humanas compatibles en la generalidad y útiles en diferentes escenarios del ser. Tampoco termino de captar la utilidad del mote de "burgués" para caracterizar algo como la autoestima. Bah, en realidad, para caracterizar cualquier cosa 😉

    2) Dentro de las prerrogativas que conforman lo que en nuestros debates llamamos "pensamiento total" (la lamentable predisposición para condicionar todo posicionamiento a su extensibilidad a la masa) hay dos conceptos que suelen ser traumáticamente evitados, y que pueden tener un papel positivo en la implementación de una cultura nueva e independiente.

    El primer concepto es el de "diferencia". En una época signada por la aceleración de las homogeneizaciones, desarrollar una especial vocación para diferenciarse de lo masivo es no sólo fundamental para establecer un campo más soberano de construcción individual, sino que permite una nueva articulación, quizás más genuina (por no estar naturalizada), del encuentro con los demás. Lo que podría considerarse "la gran estrategia existencial de posguerra" se basa en un discurso contra-fascista (y por ende, bastante fascista) de imposición brutal de una igualdad artificial, un humanismo minimalista y estático que termina mutilando la rica desigualdad estructural (pero sobre todo emergente) de la complejidad humana. Así, el concepto de igualdad, que debería estar limitado a las estructuras que regulan los órdenes básicos de organización social, la justicia, la representación cívica, etc., se termina transmutando en un siniestro imperativo cultural mediante el cual se incentiva al individuo a renunciar, filosófica y gestualmente a su arbitrio auto-constructivo, machacando con la invitación a reconocerse en los demás, a sosegarse sumándose a un gran integrador humano central.

    El segundo concepto, que se desprende del primero, es el de "comparación", y sus derivados "superior" e "inferior", no como un alegato esencialista para generar un orden inmutable, sino para introducir un lenguaje práctico de crítica, hacia adentro y hacia afuera del propio individuo.

    Aunque resulte un poco chocante, quiero plantear que hay que desdramatizar las comparaciones en sí, y fijarse que lo nefasto ha sido, en todo caso, el enfoque y las utilizaciones políticas totalizantes de ciertas supuestas comparaciones, pero no la capacidad del individuo (siempre subjetiva) de hipotetizar acerca de lo que pueda parecerle "bueno", "malo", "mejor" o "peor". ¿Cómo queremos fortalecer la conciencia y la responsabilidad del individuo, si no afirmamos la posibilidad de discernir y evaluar, hacia adentro y hacia afuera, el espinel de situaciones humanas?

    La cultura contemporánea se parece a un gran Facebook que sólo tiene botón "Me gusta" pero no la contracara. Liberar la capacidad crítica (pero la de verdad, no la de las supuestas ciencias sociales) puede representar un desafío complejo, por momentos incómodo y disruptivo, pero también eventualmente puede redituar una capacidad de innovación liberadora.

    Gracias a todos por los aportes. ¡Nos vemos mañana!

    20 de July de 2011 at 10:56 pm
  • Ana
    Reply

    Me gustaría continuar esta charla, algunas aclaraciones:
    1. No planteo una contraposición entre "compasión" y "autoestima", sino que meramente intento proponer que estos conceptos, lejos de ser emociones humanas que responden a una función del ser (habría que repensar la cuestión del "ser" o al menos precisar de qué hablamos cuando hablamos del "ser"; ¿el ser arrojado a la existencia? ¿el ser como esencia/dasein?, ¿el ser como entidad biopsisocial?, etc.)son más bien constructos con cargas emotivas.
    Quizás podemos pensar que la emoción, la compasión y la autoestima son conceptos "hegemónicos" desde los cuales nos pensamos a nosotros mismos. Cabe preguntarse si podemos "liberarnos" de estos mandatos.

    2)"Autoestima" comporta una suerte de reconocimiento del sí mismo y no deja de ser, a mi modesto entender, una categoría "impuesta" por las corrientes psi, entre otras. Además, insisto en que cuando hablo de "burguesía" refiero a los orígenes de la lógica postfeudalista en donde el acento se coloca en "la carrera abierta al talento": el self-made man -no como autodidacta, sino como eslabón funcional a un sistema de producción que alienta la profesionalización, la formación académica y los reconocimientos validados por determinadas instituciones prestigiosas que refuerzan un status del individuo en tanto que "ser funcional" a una lógica, que podemos caracterizar a grandes rasgos como "capitalista" dentro de un sistema que se autopretende hegémonico. Es como si se tratara de un evolucionismo lineal de la humanidad desde la barbarie a la civilización.

    3. Creo que el individuo como ser "libre", "autónomo", "despojado de" no deja de ser un sujeto condicionado por. No apelo a las ciencias sociales, sino a una realidad. Esto es, "libertad" y "autonomía" no dejan de ser construcciones sociales en la medida en que responden a una ideología que bajo el apelativo autonómico es un tanto funcional a la visión "hegemónica" del ser/self. ¿Acaso no tienen una raigambre iluminista? ¿La democracia o la capacidad de accionar/pensar críticamente no refieren a una supuesta "contra-hegemonía" cuyo escenario de fondo remite a un sistema que, en base a estos preceptos, continúa reproduciendo la ilusión de "libertad"? De hecho, coincido con tu planteo cuando apelás a la supuesta diversidad que en realidad no es más que parte de una lógica homogeneizante.
    Básicamente, la disrupción y la incomodidad me parecen claves en tanto y en cuanto seamos concientes de nuestros propios condicionamientos.

    4. La "verdad" me parece que no es más que un consenso cambiante, procesual y hasta "dependiente" de los paradigmas imperantes de acuerdo a las posiciones geopolíticas en un determinado momento o configuración sociohistórica.

    Me gustaría leerlos porque considero que este tema es clave.
    Salutti
    Ana

    21 de July de 2011 at 12:58 am
  • Babu
    Reply

    Hola Ana, aquí va mi aporte:

    Me gusta la idea de pensar estos conceptos desde el punto de vista de la "hegemonía". Hay ciertas emociones propias de la experiencia vital que surgen eventualmente, la compasión es un ejemplo, la culpa, el miedo podrían ser otros. No me parece mal darle entidad a estas sensaciones, pero no les daría el crédito de ser ordenadoras de ninguna estrategia constructiva individual.

    Cuando estas emociones se nos presentan como inherentes a la condición humana, aparece el aspecto más totalitario de la cultura perdidosa en la que vivimos. No se puede vivir sin sufrir, podría ser un ejemplo sintético de esta malversación conceptual. La perversión es doble, por un lado sugerir que el sufrimiento es el piso desde el cual se edifica una vida y la otra es ponerle omnipresencia a esa caracterización, todos estamos en la misma.

    Así, mientras la premisa sea abrevar en esos imaginarios, es muy difícil pensar en predisposiciones ofensivas que atraviesen la vida de cada uno. Para eso, quizás sea necesario en primera instancia rebelarse contra esas hegemonías.

    De otra forma, coincido en que tal como lo describís en el ejemplo de la democracia, las construcciones presuntamente alternativas o los disensos no dejan nunca de ser diferenciaciones ilusorias que no hacen más que reproducir la cultura central. Por eso, sólo un disenso profundo con los pilares de nuestra cultura puede garantizar un contrahegemonía real.

    Saludos!

    21 de July de 2011 at 6:35 pm
  • Charly
    Reply

    Rica réplica Ana, acá sigo:

    1) Desde un sentido del lenguaje más bien neutro, me parece que la "auto-estima", bien contextualizada, puede servir para un proyecto más rebelde. No desconozco que las connotaciones reinantes son las que decís vos, pero conceptualmente me parece un término apto para la reconnotación, porque es fácil imaginar sentidos del término que obstruyan el permanente avance de la cultura central sobre el individuo. De hecho, si uno lleva la auto-estima, es decir, el amor y el cuidado de uno mismo hacia las últimas consecuencias, no veo cómo no chocar contra esta cultura que te propone, de última, lo contrario.

    2) Coincido mucho con este párrafo tuyo, pero la trampita de la "auto-estima oficial" es que el conjunto de resignaciones que exige hace palidecer el costado reivindicatorio hacia el individuo.

    3) No termino de entender si en este interesantísimo pasaje del texto estás hablando de las connotaciones usuales de "libertad", "autonomía", etc, o de condiciones más universales. En el primer caso estaría de acuerdo, en el segundo, muy en desacuerdo!

    Supongamos el segundo caso. Decís "el individuo…no deja de ser un sujeto condicionado por.".

    Para empezar, yo no le pondría tan rápido y tan seguro un techo operativo teórico a un individuo libre no identificado. Esa fascinación por "sujetarlo" no parece tener un fundamento técnico. ¿Por qué no pensar que pueda haber algún individuo, ya no sujeto, con una concepción de autonomía elaborada en algún recóndito lugar fuera de toda convención, más allá de las palideces de las culturas que gustan pensarse a sí mismas como monolítica e indefectiblemente consensuadas?

    Cuando decís que "seamos conscientes de nuestros propios condicionamientos", yo te planteo que esta cultura está demasiado desequilibrada precisamente en ese sentido. ¿No nos refriegan demasiados límites y prerrogativas que funcionan como amedrentadores, marcadores de una cancha para un juego que podría jugarse más a gusto?

    4) En la expresión que usé el término "de verdad", lo hice como sinónimo de "en serio", sin ninguna pretensión de adueñarme de la verdad grande. Reescribo: "Liberar la capacidad crítica (pero hacerlo "en serio", no como lo hacen las supuestas ciencias sociales)…". Te aclaro que no iba dirigido a vos (de hecho considero tu pensamiento afortunadamente no representativo de tales ámbitos), sino que constituye una muletilla de mi discurso rezongón hacia esas disciplinas 😉

    Saludos!

    21 de July de 2011 at 8:04 pm

Post a Comment