Zietgeist
Envío esta nota que me parece se pregunta por algunas cuestiones como las que tratamos en Riorevuelto como:
– Qué implica una revolución, cómo se llevaría adelante. Ya sea en los cultura o en lo cultural como corolario de un cambio en el sistema total en el que concebimos básicamente todo (ver comentarios al final de la nota).
– Si hay o no gente planteandose un cambio total en el "sistema", y cómo son esos planteos.
– Si es posible llevar adelante esos cambios sin una base política.
– Qué es la contracultura.
Me parece que el documental, Zeitgest, se propone criticar tres cuestiones bastante grandes, y que dan para mucho cuestionamiento, sin dudas:
1) El cristianismo. Y quizás la religión?
2) Al de afuera como enemigo: apoya una teoría conspirativista (si, otro más que apoya esto) acerca de los atentados de 11 de septiembre en New York.
3) El sistema financiero basado en la acuñación y respaldo de moneda por entidades privadas (como es los Estdos Unidos), y el financiamiento de la guerra al que, macabra vía mediante, llevaría este sistema financiero en manos de grupos de poder.
Estos grupos, dice el documental, son los que en realidad nos controlan a todos.
Es decir, se propone criticar a tres instancias que dan mucho que hablar, y que incluso pueden ser ampliamente criticadas. El tema es desde donde lo hace, con qué propuesta, ideológica y práctica. Porque este tipo, el director, y sus seguidores, proponen nada menos que una revolución. Hay que ver a qué llaman tal cosa. Y si esta revolución lo es en realidad. Lo cual, plantea la nota. La periodista lo llama más bien Contracultura.
Lo que se ve en la nota, por otro lado, es un cierto desconcierto con respecto a este tipo de movimientos, así como, al menos, una cierta voluntad de ligar ciertas frases con cuestiones históricas, es decir: una mínima investigación sobre.
Habían visto la película?
Les dejo el link a la nota, publicada hoy en el diario criticadigital:
http://www.criticadigital.com.ar/index.php?secc=nota&nid=37709
El docuemntal está en you tube.
Saludos a todos.
Lau
Hola Malén, me quedé leyendo la nota y casi todos los comentarios que hay sobre ella, y coincido con vos en que un tema más que interesante para discutir desde este espacio (más que la película misma y la validez de sus argumentos) es el que refiere a pensar qué implicaría realmente un movimiento contracultural.
Yo ví Zeitgest el año pasado, que como bien marcás vos básicamente toca esos tres ejes, y honestamente me pareció más de lo mismo: un producto excesivamente sensasionalista, con poca rigurosidad, pero sobre todo con poca imaginación. Me parece que para comenzar a pensar en una contracultura habría que analizar y desactivar algunos temas culturales -valga la redundancia- subyacentes muy arraigados, a los que se les dedica menos tiempo en YouTube que a las mismas cuestiones de siempre (lease: las teorías conspirativistas a cargo de grupos de poder mundiales, el avance del capitalismo y la hegemonía norteamericana).
Sería novedoso ver algún documental o investigación sobre los motivos por los cuales ciertos modelos culturales parecen prevalecer a lo largo del tiempo, más allá de las falencias y problemas que manifiestan, o por ejemplo acerca de por qué se le sigue dando tanta manija a la estructura familiar y el matrimonio, a las profesiones, a cierta idea contemporánea del trabajo o de lo que supone una pareja, etc. Supongo que estas cosas tienen menos “punch” que hablar de cómo la CIA estrelló las torres gemelas o lo que sea…
Me parece que la editorial que vos citás dá en el clavo al mostrar el grado de simplificación (rozando lo frívolo) de las propuestas “para cambiar el mundo y abrir la mente” que se sugieren desde este movimiento y las subsecuentes películas. En cualquier circunstancia también es gracioso imaginar que un “manual del activista” baste para guiar o nutrir el criterio y la perspectiva individual que provienen de una búsqueda mucho más compleja, y por ello costosa. Da la sensación de que muchos de estos productos culturales (películas, libros, documentales, blogs), están armados para satisfacer una demanda de respuestas rápidas y simples para un público cada vez menos exigente –más allá de que creo que deben ser analizados y debatidos para generar una conciencia crítica sobre la realidad.
Besitos!
Charly
El problema de las visiones conspirativas es que le asignan un gran mérito y sofisticación a la tarea de agredir o engañar a las masas, y eso conlleva en sí un concepto poco crítico respecto de nuestra cultura y sus organizaciones.
Por ejemplo, Zeitgeist alega que es imposible que un grupo de gente precariamente entrenado pudiera desairar a toda una parafernalia estatal-militar (en el episodio del 11/9), cuando en realidad estos sistemas, y la cultura que sostienen, funcionan bastante mal.
Más allá de esta película/movimiento, que resiste poco análisis y que sobresale por su falta de fundamentación documentada, lo lamentable es que la periodista Florencia Abbate intenta aprovechar la oportunidad para desacreditar a eventuales exponentes de contracultura contemporánea, comparando sin gracia contra supuestos pasados más lustrosos signados por manuales guevaristas o "hendrixianos", encauzándose una vez más al discurso nostálgico que no puede sino asignarle todos los males al capitalismo y a la globalización.
Esos tics en el fondo revelan la profunda negación del progresismo a siquiera considerar la posibilidad de que las "revoluciones" puedan adoptar formas y actuar en planos que excedan, ahí sí, el estricto "Manual" de un trillado totalismo.
Con respecto a los interesantes interrogantes de Malén, me gustaría contestar mi opinión personal a cada punto:
1) Revoluciones puede haber muchas, y el hecho de cambiar cómo vemos "todo", no implica que eso cambie para "todos". Por mi parte, no me imagino algo más grande y necesario que abrir un rumbo en el casco de la Cultura Central (que no quiere decir cambiar a todos aquellos que la siguen).
2) Hay gente planteándose cambios de diversos sistemas, tan diversos que carece de sentido alinear tan diferentes movimientos.
3) La revolución que yo tengo en mente no necesita de la política, pero el poder en otras formas es muy importante. Según cuentan los lúgubres relatores anti-contemporáneos, por suerte parece que últimamente son dos cosas bastante disociadas.
4) Supongo que cada uno, según su posicionamiento y estilo, llamará "Contracultura" a aquello que piense que realmente constituye una manifestación incipiente de ese buen plan para cambiar el mundo.