Expresividad funesta en formol
Damien Hirst es considerado el artista vivo mejor pago del mundo. En el 2008 fue tapa de varios diarios y revistas a partir de una subasta millonaria que hizo directamente en Sotheby's, Londres, sin pasar por las galerías de arte.
El tema central de su trabajo es la muerte, y su especialidad son los animales muertos preservados en formol. Pero este británico de 43 años no se priva de experimentar también con cadáveres humanos.
Quizás su obra más famosa es la de un tiburón de unos 4 metros de largo inmerso en una vitrina repleta de formol (esta instalación fue hecha en 1996 pero la descomposición del tiburón original hizo que en el 2006 tuviera que cambiarlo por otro).
Se ve que lo suyo es la exageración del morbo y también resulta ostensible (más allá de sus detractores) la convalidación que el mercado cultural le otorga (sólo a modo de ejemplo basta señalar que en la subasta mencionada recaudó USD 200.700.000).
Lo que más rechazo me genera es la exaltación de la muerte como discurso. Parece que mostrar vacas seccionadas y moscas electrocutadas concita atención y reconocimiento.
Creo que el lamentable coqueteo con la enfermedad, lejos de ser una mera manifestación estética, refleja cabalmente un discurso y una concepción del mundo. Esta especie de rock star de la monstruosidad resulta un buen caso de análisis para revisar la semántica del término “artista” y su rol en nuestra cultura.
Aquí van algunas imágenes para quien quiera ver su “obra”.
Besos!