De la ironía a la renuncia en un movimiento
Por Laura Marajofsky
Según la columnista Christy Wampole cada generación tiene su mecanismo de defensa, en los 90′ la Generación X se aferraba a la apatía como manera de lidiar con la disconformidad, el enojo, la melancolía (no en vano la figura del “slacker” tirado todo el día en el sillón es uno de los íconos de esa época). Para Wampole el arma elegida hoy por las nuevas generaciones para lidiar con el vacío existencial, el desconcierto, la excesiva conexión, es la ironía.
Así, en la editorial titulada “Cómo vivir sin ironía” la autora navega una serie de interrogantes vinculados al modo en que este recurso se ha transformado en algo más que una retórica concreta, sino más bien en una forma de vida en la que se evita la honestidad, abunda la artificialidad y el humor se utiliza como eventual defensa ante un verdadero auto-análisis.
Este interesante punto de partida me recordó cuando a principios de este año analizamos a los “comedy natives”, aquellos jóvenes que han crecido en tiempos de “sitcoms” y que se sienten cómodos con el humor como medio de auto-referenciación. Habíamos identificado también que hoy tanto el humor irónico como el absurdo servían a un doble propósito: como paliativo individual ante una realidad quebrada y como tranquilizadora certificación de inviabilidad. Desde la proliferación de productos web al estilo 9gag a ejemplos más vernáculos como Malena Pichot no es difícil entender el rol descompresor de esta tendencia.
Por todo esto resultó alentador encontrar otras hipótesis que apuntaran a la figura de la ironía como un nexo directo con procesos nocivos de desconexión y evasión de la crítica. En esta línea Wampole apunta:
“The ironic frame functions as a shield against criticism. The same goes for ironic living. Irony is the most self-defensive mode, as it allows a person to dodge responsibility for his or her choices, aesthetic and otherwise. To live ironically is to hide in public.”
Y sigue: “…it signals a deep aversion to risk. As a function of fear and pre-emptive shame, ironic living bespeaks cultural numbness, resignation and defeat. If life has become merely a clutter of kitsch objects, an endless series of sarcastic jokes and pop references, a competition to see who can care the least (or, at minimum, a performance of such a competition), it seems we’ve made a collective misstep. Could this be the cause of our emptiness and existential malaise? Or a symptom?”
A su vez, en la nota se dispara específicamente contra un subgrupo que hace de la ironía y el sarcasmo su comodín: los hipsters (otra tendencia que también hemos trabajado aquí y en particular en relación al uso del humor como deflector crítico: https://www.riorevuelto.org/site/inde… ).
Hay que decir de todas formas que la editorial se vuelve un poco light por momentos planteando que una manera de contrarrestar este movimiento es examinar la forma en que te vestís o hablás, o bien citando como contracara deseable del “ironic-living” cierto espíritu cívico o de participación en la comunidad -algo así como que la antítesis del hipster ensimismado sería el joven que vota. Casi podría decirse que la autora parece afectada por esta misma insustancialidad a la que critica.
En cualquier caso algunas de las preguntas que se hace Wampole respecto del impacto que este tipo de fenómenos tendrán es algo de gran relevancia en el mapa cultural actual, en especial cuando hay tanto en juego como ahora… ya sea respecto de la viabilidad de ciertos estilos de vida por sobre otros (estructura vs inorganicidad), respecto de la posibilidad de innovar sin ceder ante la nostalgia, pero fundamentalmente respecto de poder tomarnos más en serio a nosotros mismos sin que esto nos endurezca o nos haga perder frescura.
Si el estilo de vida irónico es una respuesta temporal a los problemas de “mucho confort, mucha historia y demasiadas opciones” como se señala en el artículo, quizás vaya siendo hora de pensar en modelos que en vez de padecer este panorama puedan sacar provecho del mismo.
How to Live Without Irony
http://opinionator.blogs.nytimes…