La estrategia de la ignorancia

Por Laura Marajofsky

Hace relativamente poco y mientras leía una serie de artículos me topé con la palabra“Anosognosia” (del griego “a” como prefijo de negación, “nosos” de enfermedad y “gnosis” de conocimiento), que remite a una condición neuropsicológica caracterizada por el desconocimiento o la negación de una enfermedad que se padece -por ejemplo se da en pacientes que niegan una parálisis o una ceguera. Lo llamativo es que la Anosognosia puede ser selectiva, ya que un individuo que sufre de varias incapacidades puede no percibir una de ellas mientras que es totalmente consciente del resto.

A su vez encontré la siguiente definición en Wikipedia: “La anosognosia social sucede cuando un grupo de personas, tal vez la sociedad en su conjunto, recae en un estado de desorientación destructivo”, escalando de la esfera individual a otro nivel, y en algún sentido escapando de una definición estrictamente biológica. Esto me llevó a considerar si acaso este padecimiento podría servir para modelar algunas de las reacciones cotidianas ante problemáticas clave de nuestra época, entre ellas el tema de las adicciones. De alguna manera, podría pensarse en una negación selectiva y generalizada de los comportamientos compulsivos.

Unas semanas atrás salió publicado un extenso artículo en la Revista Wired sobre la actividad de AA (Alcohólicos Anónimos), donde se intentaba develar los motivos por los que sus técnicas, que también se aplican en el tratamiento de otro tipo de compulsiones, siguen considerándose al día de hoy entre las más efectivas. En una nota relacionada se presentaba una hipótesis interesante para explicar esa efectividad. Allí se comentaba que uno de los puntos fuertes del sistema podría ser el hecho de que se fuerce al paciente a confrontar sus errores y a reflexionar sobre ellos (5 de los 12 pasos del esquema de recuperación están orientados a esta función), aceptando las equivocaciones y admitiéndolas frente a otros.

Mirar hacia uno mismo para poder cambiar actitudes y mejorar es en verdad una idea bastante simple, no hay nada muy revolucionario allí. Sin embargo, resulta difícil encontrar discursos en los que esta variable se tenga en cuenta, predominando por lo general las argumentaciones biológicas o socioeconómicas para justificar la prevalencia de las adicciones en el ser humano. Tomándonos algunas licencias podría hablarse de una especie de “anosognosia cultural“: la negación de una situación ocasionada por motivos profundamente culturales, entre ellos la falta de autocrítica.

Con esto no se pretende implicar que la poca conciencia se debe a la propagación de una aflicción neurológica que impida reconocer las propias disfunciones. En todo caso, este argumento busca señalar los mecanismos de negación presentes y, al mismo tiempo, abrir el campo de lo que se piensa como posibles causas de las conductas adictivas.

Sucede que ante un clima que fomenta la aparición de testimonios cínicos que relativizan las adicciones, sea en clave humorística u otros formatos, se hace cada vez más necesario hallar modelos que ayuden a comprender a aquellos que poseen un registro del problema pero optan por desentenderse sin articular ninguna solución.

Quizás en la medida en la que se sigan buscando explicaciones fuera del “espectro crítico” del individuo y de su capacidad de reacción, se estará perdiendo de vista información vital. Como lasdiversas acepciones de la palabra “crítico/a” sugieren, una actitud incisiva no sólo posibilita un análisis más certero de situación, sino que también alerta sobre los estados de crisis, y permite reconocer en cada momento la oportunidad para cambiar el curso de nuestra historia. Una predisposición para la que cada ocasión es un momento crítico.

Laura
1 Comment
  • José Ramón Jiménez M
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    20/07/2010 04:03
    Inicialmente habríamos de distinguir que desconocimiento y negación aluden a dos condiciones distintas donde, considero que en todo caso, Anosognosia, remite a una negación. Como una predisposición, que bien puede ser un mecanismo de defensa, una evasión que surge de forma consciente o inconsciente; pero que, fundamentalmente, niega una realidad dada. Lo que no ocurre cuando ignorar se entiende como imperceptible. Lo que no se afirma y no se niega porque no se ha percatado de ello.
    En este caso, las adicciones, son una realidad de la que se perciben sus manifestaciones pero que pueden remitir a esquemas distintos en la dimensión individual.
    Coincidiendo que: al significar las adicciones como algo trascendente, importante; se niega por impotencia o incapacidad, no necesariamente por indolencia. Como la metáfora del avestruz que mete la cabeza bajo la tierra. Al saber que tienes un problema no sabes, necesariamente qué hacer con él.
    También es posible que se considere que, tal manifestación de conducta compulsiva o adicción, tiene una connotación de salud pública, como otros problemas de salud con una alta incidencia entre la población. Tal es el caso de la compulsión a la comida; que deviene en muchos casos en obesidad y en diabetes. Donde las adicciones como la diabetes, y otros padecimientos, por su incidencia social, requieren políticas sociales que prevengan y que remedien.
    Tenemos problemas de salud pública, coincido en que las políticas públicas son intrascendentes respecto de la dimensión del fenómeno, que tal intrascendencia permite considerar la negación colectiva como anosognosia social; pero el tránsito de lo personal a lo colectivo inicia en la posibilidad de nombrar la realidad. Hacerla una puesta en común. Lo que veo que ya has iniciado acertadamente tú. Felicidades.

    20 de July de 2010 at 4:03 am

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