El gurú del buen vivir
Por Mercedes Rojas Machado
Inspirados en historias de Sherlock Holmes y en otros baluartes de la literatura clásica, muchos sostienen que ante un problema difícil, la respuesta más simple siempre es la correcta. La cultura actual parece haber abusado de esa premisa hasta hacer estragos con ella.
Al menos eso podría sostenerse si se presta especial atención al modo en el que se intentan resolver los inconvenientes de nuestra época. Las instituciones tradicionales están al borde del abismo y, a pesar de los esfuerzos de diversos sectores por ocultar o alivianar esta situación, abundan en las redes discursos de madres que consumen alcohol para hacer frente al aburrimiento y al estrés que genera el modelo familiar, o personas que piensan que “lo más lindo del trabajo es cuando no trabajas”, mostrando el fracaso de los ideales de vocación y desarrollo. Pero no importa, no hay razón para alarmarse ¿por qué preocuparnos en analizar qué sucede si contamos con una enorme cantidad de “expertos” que nos digan cómo salir de este escollo?
Esa es la pregunta que parece estar resonando alrededor del mundo. El presente sugiere un paisaje lleno de nuevos desafíos y se percibe con facilidad la poca orientación que se experimenta al tener que hacerse cargo de ellos. El boom de los libros de autoyuda en los últimos años puede ser visto como un indicador de esa tendencia.
Es así que ante un panorama desconcertante muchos terminan obrando en función de quienes aseguran que los hombres son de Marte y las mujeres de Venus o aprendiendo minuciosamente los ochos pasos para alcanzar el liderazgo o incorporando el axioma de “siempre perdonar y nunca juzgar”. Por supuesto que, para evitar cualquier replanteo profundo, nunca faltan las típicas explicaciones que afirman que la mayoría de las personas es adicta a algo, que las experiencias de la infancia determinan nuestra adultez y, desde ya, que el verdadero amor es incondicional.
Uno no puede dejar de sorprenderse al ver que la cadena Twentieth Century Fox compró los derechos para hacer una superproducción del libro “How to talk to girls” basado en nada menos que los postulados de un niño de nueve años… episodio grotesco si los hay, pero muy representativo de la “complejidad” de estas populares proclamas.
El ridículo de estas “tutorías espirituales” hace que no llame la atención que los ya mencionados pastores del buen vivir dediquen tantos recursos para congraciarse con el resto y, fundamentalmente, consigo mismos. Así Matthew Mckay en su libro Self Esteem afirma que “Es necesario que prescinda de sus opiniones sobre las actuaciones de los demás. No haga juicios morales. La gente hace las cosas lo mejor que puede”. Y sí, en la escuelita de autoayuda es difícil imaginar cómo podrían sostenerse sus enunciados si no requirieran de un mandato que cohíba cualquier veredicto.
Más allá del absurdo de esas reglas, es importante tomarse un tiempo para pensar en el significado que tienen estas cuestiones cuando lo que se pretende es hacer un análisis cultural. Lasimplificación de la realidad y la necesidad de caer en cuanto estereotipo refrito aparece refuerza la falaz idea de que, en profundidad, no hay diferencias sustanciales en lo que cada persona es y busca. Para estos exponentes es mejor postular una homogeneidad inexistente que correr el riesgo de adentrarse en un laberinto existencial que requiera de empeño o creatividad.
También se argumenta que el problema del formato de autoayuda es que antes estaba sustentado en material psicoanalítico con anclaje científico, pero que esa particularidad se fue tergiversando a lo largo del tiempo. A pesar de ser una idea sumamente endeble sería bueno preguntarse por lo que se hace (o no se hace) desde la ciencia y la psicología para proveer al hombre moderno de herramientas que le permitan superar con altura los conflictos y desfases. Es por eso que un corrimiento respecto del ámbito tradicional no puede identificarse como obstáculo principal y habría que considerar lo que las estructuras de estos “saberes” tienen en común en lugar de disipar el razonamiento con meros formalismos. Así vemos por ejemplo lo que ocurre con las crecientes terapias de pareja, que no hacen más que reproducir el descontento del modelo conyugal recomendando a sus pacientes una disminución de sus expectativas, o como actúan los típicos preceptos del “self-help” motivando a la gente a pensar positivamente aún a cuestas de un autoengaño (la recurrente imagen de alguien frente a un espejo repitiéndose a sí mismo cuan bello e inteligente es). En el fondo, hay muy poca diferencia entre ellos, aunque la psicología todavía mantenga algo de buena reputación.
Una mirada fina permite apreciar lo que esas perspectivas comparten (la disciplina en sí misma y estos productos de bienestar tan en boga), haciendo que todo termine en una burda trivialidad. Hay un objetivo claro: no alejarse de la norma. También hay un procedimiento claro: con algunos sedativos morales podemos aplacar nuestras disconformidades. Todos los esfuerzos están dirigidos a solucionar pequeñas molestias sintomáticas o reducir aspiraciones para evitar cualquier cuestionamiento a la decadencia que nos rodea. Pocas cosas hay más conservadoras que esta proliferación de mensajes desactivantes.
Es tragicómico el contenido de las premisas, pero la predisposición de una enorme cantidad de individuos a refugiarse y regocijarse con esas ideas tiene un tinte verdaderamente alarmante. El triunfo del facilismo y la apatía parecen ser evidentes. Sin embargo, y tal vez con esperanza obstinada, prefiero pensar que aún en este escenario hay lugar para un contra ataque.
Diego
Me sorprende la cantidad de “Gurúes” que nos enseñan a resolver diferentes problemáticas de nuestra época. Un ejemplos: si tu pasar económico te produce frustración seguramente te encuentres con alguien que te ofrezca soluciones mágicas para lograr tu “independencia económica”, sostenida con argumentos que te hacen irresponsable de tu responsabilidad, con pasos detallados a seguir, que si declinas, estarás yendo entonces hacia el camino de tu propia ruina. A esto podemos sumar aquellos gurúes que se basan en discursos religiosos para sostener su actividad de guía. Otros iluminados que nos ofrecen sus sabidurías en 5 manuales ilustrados, pero ojo, porque “se lo pidieron otros” no porque quieren ellos, de lo contrario estarían ejerciendo un acto egoico, algo que denotaría lo contrario de lo que profesan. También hay grandes “motivadores”, que exaltan los estados de ánimo ambición, y cuando esta adrenalina disminuye (por cuestiones biológicas), necesitamos recurrir con urgencia al gurú para que nos “devuelva la esperanza”, como si a él le perteneciera.
Parece ser que la dinámica de estos gurúes tiene base en la adicción, se manifiestan de manera bonita pero poco clara, da la impresión que siempre hay algo que no nos dicen, que esa flor que nos muestran, cual narciso, tiene olor a podrido. Eso que no nos dicen, es que la independencia, iluminación y libertad que exhiben y profesan, la logran con tu dependencia, alienación y el empobrecimiento sistemático de tu creatividad para valértelas por vos mismo.
Pablo M
Hola,
Si, coincido con vos, Diego. Pareciera que para cada mal, para cada insatisfacción, para cada fracaso hay un gurú o un libro de autoayuda que nos brinda soluciones “efectivas” cual receta de cocina. Esta actitud esconde algo muy patético, pero tal vez en esencia real, que es el suponer que todas las vidas son, en definitiva iguales o muy parecidas, y por ende las soluciones aplicables a cualquiera que ejecute dicha receta. ¿Son tan diferentes? ¿Estudiás o trabajás? ¿Cómo, no vas a tener hijos?… “Ya te va a llegar”. ¿De que vas a vivir cuando seas grande?
Pero también lo terrible de estos “Chefs del bienestar” es que generan la actitud de buscar soluciones sintomáticas a los problemas sin hacer un análisis profundo que cúal es la causa fundamental que lo origina. ¿Y si es el modelo? ¿A nadie se le ocurre aunque sea preguntarse eso?
Diego
Hola Pablo!
Muchas gracias por tu aporte, me deja reflexionando dos cosas:
1 – Por un lado sobre la creencia de “ser todos iguales”, ¿qué nos hace pensar eso? ¿qué cosas provocan ese juicio?.
Por mi parte voy a observar un poco desde la filosofía, y la idea de máquinas cartesianas, en cuanto “somos iguales” por pensar en términos de verdadero falso; hasta hoy que nos sumergimos en mundos interpretativos definidos por el lenguaje, que nos da la posibilidad de interpretar diferente, haciéndonos en consecuencia diferentes.
2 – Y por otro lado la revisión de lo que mencionas como “modelos”. “¿Y si es el modelo? ¿A nadie se le ocurre aunque sea preguntarse eso?” si! a vos!, pregunta que además la transmitiste, ahora ¿Qué hacemos con ella?.
¿Qué modelo? ¿de qué surge? ¿quién lo hace?.
Saludos!
Iván
Hola y permiso…
Concuerdo en que estos “Gurus” terminan en esa homogeneidad inexistente que se nombra, pero la intención de cambio está ahí… ¿Por que caemos en estos modelos?
Eventualmente ante algunos puntos como estudios, profesión, sentimientos, creencias etc… vamos cediendo al ser las unicas posibilidades de desarrollo reconocidas/sustentables.
Creo que se requieren muchos factores para avanzar sobre algo en estas condiciones, muchos de los cuales no nos toca decidir a todos.
Saludos.
Diego
Hola Iván! Gracias por sumarte y compartir tu punto de vista.
Hay una frase en “La guía del navegante” que dice así: “No podés cambiar la dirección del viento, pero sí podés acomodar las velas”.
Coincido en que a veces la forma “reconocida/sustentable” ejerce tal presión que se nos puede ocurrir ceder. Pero también agrego que nuestra decisión de Ser y Hacer está implicada en todas nuestras acciones y pensamientos, incluso, la de elegir que otro decida por nosotros.
Tal vez no podamos cambiar las cosas que pasan, pero sí podemos elegir qué hacer con las cosas que nos pasan. El abanico de posibilidades que se nos abra, se liga con nuestra capacidad de Creer y Crear más allá de lo que ya conocemos, y ésta no es un “don” de visionarios, la capacidad de Creer y Crear resulta constitutiva de lo humano, la diferencia radica en lo que elegimos Hacer con ella, en cuanto nos atrevemos.
Saludos!
Mer
Hola a todos
No me queda muy claro Iván a qué te referís cuando hablas de una “intención de cambio que está ahí” porque lo que se me ocurre es que todos los formatos de autoayuda están al servicio de resguardar esa homogeneidad inexistente a la que hacés referencia. En todo caso, lo veo como una intención más ligada a lo conservador.
Yo tiendo a pensar que las culturas siempre se ubican sobre un determinado conjunto de pilares, y la ilusión de homogeneidad (la típica “en el fondo todos somos y queremos lo mismo”) es una especie de recurso de sustento y reproducción. Es cierto que los modelos de vida hegemónicos como la profesión o la familia tienden a ser los reconocidos pero no les concedería que son los sustentables. De hecho, todas estas “doctrinas de bienestar” suelen funcionarles como parches o como una mano de pintura sobre una pared agrietada y defectuosa.
Coincido con Diego en que, a fin de cuentas, somos nosotros los que decidimos (incluso cuando decidimos que otros elijan por nosotros) pero me veo más optimista respecto a lo que podemos hacer con las condiciones. Yo diría que, sorteando tal vez más obstáculos y sobre todo planteando otros arquetipos más consistentes, uno realmente puede modificar algo.
Aunque no se logre “cambiar la dirección del viento”, me inclino a pensar que el esfuerzo vale la pena…
Saludos!!!
Diego
Hola Mer! Gracias por tus comentarios, inclino mis velas hacia tus vientos de optimismo, te acompaño en el viaje de Ser y Hacer el cambio en este río revuelto. Estoy convencido de que vale la “alegría” el esfuerzo.
¿Cómo sigue este viaje?
Saludos!!!
Iván
Hola
Si, entiendo que “El hombre es lo que hace con lo que hicieron de el”, comparto que los formatos de auto ayuda terminan en el mismo lugar. Con la intención de cambio, quise referirme a la búsqueda de la verdad, lo que nos motiva a elegir un camino propio o un recocido universal.
Ahora, “lo que hicieron de el” condiciona directamente las decisiones del ser y hacer, tengamos en cuenta al decir “facilismo” que en la generalidad se nos escapan cuestiones individuales que afectan las razones de las decisiones.
Tienen toda la razón en que los formatos no son sustentables para el desarrollo. Pero son los reconocidos socialmente, valorados, pagos y son las únicas posibilidades de enfrentar muchas necesidades actualmente.
También soy muy positivo ante el cambio que podemos hacer nosotros, pero tampoco se me escapa que no todos pueden llegar a hacer un intento, no creo que en todos los casos sea el simple facilismo el motivo.
Seria interesante ver mas oportunidades que apoyen un desarrollo personal y creo ahí hay un gran paso.
Espero haberme explicado mejor. Saludos
Laura
Hola a todos!, bueno primero que nada me parece crucial lo que planteó Mer respecto a no conceder tan fácilmente un carácter sustentable a ciertos proyectos de vida más convencionales, como se había insinuado. Si observamos lo que está pasando hoy en día (en relación a como vive la gente y que tipo de cosas se eligen), y luego también se presta atención a la cantidad de malestares e insatisfacciones presentes (un indicador significativo es la ubicuidad de las adicciones y comportamientos compulsivos), difícilmente se pueda considerar a estas vidas “sustentables” en el largo plazo.
Respecto de esto último que comentás Iván, creo que si bien hay ciertos esquemas de aprendizaje/trabajo/etc. más “reconocidos socialmente”, eso no significa que no haya otras posibilidades remuneradas y que permitan afrontar las necesidades propias… aunque no quiero meterme tampoco a hablar de cosas muy concretas que tal vez no aportan mucho a esta discusión. En definitiva, si lo que planteás es que en uno además está atado a otros en este sentido, o que tiene que esperar que otros le den la posibilidad, me parece que hay maneras de fomentar el desarrollo personal en el marco de iniciativas autogestionadas y sustentables –en ese sentido del que interpreté hablabas.
Retomando también con algunas cosas que preguntaba Diego acerca de qué modelos pueden surgir o cómo… quizás un primer paso tenga que ver con todo esto que estamos haciendo acá, poder debatir abiertamente acerca de la cultura que moldea nuestras vidas -y que la mayoría de las veces no es tenida en cuenta-, tratando de desarmar algunos “paquetitos” que parecen venir de fábrica ya listos para usar.
Construir otras opciones es posible fundamentalmente en la medida en la que uno se atreve primero a imaginarlas…
Diego
Hola a Todos!!
Gracias Lau por sumarte y compartir tus opiniones, y gracias Iván por expresar con mayor claridad tu punto de vista.
Iván, observo que reconocés y comprendés perfectamente lo que estamos tratando de decir con respecto a las decisiones que tomamos en nuestra vida. Entiendo que a veces diversos factores: ya sean de deseabilidad social, económicos, etc. pueden ejercer una presión tal que necesitemos abordarlos con “urgencia”, entiendo esto como lo que manifistás al decir: “las cuestiones individuales que afectan las razones de las decisiones” (cuidado con llevar a la objetividad “las decisiones”). Y que a tales efectos nos inclinemos a tomar caminos ya conocidos. Utilizar el término “facilismo” para definir esto tal vez haya resultado desafortunado, yo no dudo de tu optimismo ni de tus deseos de superación.
Ahora bien, las decisiones individuales afectan al entorno y entorno influye en las decisiones individuales (esto resulta cíclico), y una cosa no anula a la otra, sino que conviven en una suerte de interdependencia.
A lo que apunto, es a captar los grises de esta dinámica, donde cultura y sujeto se modifican constante y mutuamente. Al observar esto, podemos elegir realizar nuestras acciones por los motivos que fueren, haciéndonos cargo de esa elección como propia, y desde ese lugar donde quedemos parados, comenzar a creer en la posibilidad de proyectar un modo de estar siendo distinto, como dijo Lau “atreverse a imaginarlo”. Me pregunto: ¿Desde el lugar donde estoy hoy, qué cosas puedo hacer para empezar a correrme hacia el lugar donde quiero estar?.
Muchos Saludos!!!
Diego
Gracias Babu!
Babu
Hola, me parece que está muy bueno el intercambio!
Con respecto a lo último que plantea Diego, creo que para responder la pregunta sobre qué hacer para ir hacia otro lugar, resulta fundamental contar con un buen diagnóstico sobre las fallas estructurales en los modelos de vida tradicionales. Desde una postura observadora y crítica es mucho más fácil tomar decisiones. Más aún en una cultura reacia a la autoevaluación. Fíjense que, mientras una abrumadora mayoría elige exactamente el mismo camino en sus decisiones de vida más importantes, paradójicamente de esos temas no se habla, cada vez hay más evidencias de que la maquinaria no funciona, pero el modelo no se toca!
Por eso, estoy de acuerdo con lo planteado acerca del carácter interdependiente de las decisiones individuales y el entorno (yo hablaría de la cultura); pero señalaría que en la medida en que las elecciones individuales en la cultura actual sean tan homogéneas, esa relación cíclica no parece ser muy armoniosa.
Cuando todo es tan uniforme, la búsqueda de alternativas que incidan en la realidad, tiene la épica de una pelea contra el autoritarismo…
Saludos!