Un salto a la implementación
Entre las múltiples barreras que la cultura inercial inspira a auto-imponerse está la que imaginariamente separa el espíritu crítico de la capacidad de acción concreta.
Desde la delegación primaria de la vida cívica, pasando por la práctica científica, que en su esquema de fragmentación masiva necesita de esa división, hasta la disposición dual entidad/espectador del negocio artístico, se adivina una membrana invisible desactivante de una eventual cadena de transmisión entre las concepciones y su instanciación interactiva y coherente.
En el fondo, la naturaleza irremediablemente corporativa de la “cultura dada” se verá complacida al verificar la disminución del despliegue crítico al ritmo del anoticiamiento por parte del individuo de que para desenvolverse necesita desembocar en alguno de los esquemas de colaboración a gran escala preexistentes, cuya transitividad motivacional y moral se pierden en lejanos confines, fuera del alcance de su horizonte de determinación.
En consecuencia, sobreviene un implícito llamado al acostumbramiento a este abismo.
¿Y la capacidad crítica? Al menos, herida en profundidad y conexión, sobre-adaptada a una funcionalidad corporativa o a un gesto de improbable aporte.
El registro de disconformidad es entonces directamente asociado con un subproducto tribunero de la cotidianeidad, un micro-show condenado a consumirse en lo efímero de su carácter.
Por eso es fundamental el aprovechamiento de los elementos disponibles en la actualidad para articular modelos alternativos que, al reconfigurar la posición del individuo respecto de su productividad y su condicionamiento, liberen a la acción crítica, primer rehén del apure integratorio de lo precedente.
Una vez abierto el panorama, la crítica adopta otro significado porque la construcción tiene otra responsabilidad. Este tándem debe manifestarse en el diseño de las organizaciones y proyectos resultantes, permitiendo así que lo que nace en la coherencia individual se estructure de manera sustentable.
La crítica sistemática de la Cultura es un puente entre la necesidad de perspectiva personal y la búsqueda de diversidad por parte de un mundo que evoluciona.
La Independencia es posible.