Cara o ceca: tu vida y tus posibilidades en juego
Por Laura Marajofsky
¿Cuál es la relación que tiene el riesgo y la felicidad? Según una editorial reciente de la revista Medium, existe una relación proporcionalmente directa: cuánto más arriesgas, más ganás, o en los términos del autor de la nota más satisfecho te sentís. La trampa conceptual en la que suelen caer esta clase de artículos (y mentalidades) es confundir la noción de arriesgar innecesariamente tu vida con la de alejarse de la propia zona de confort para crecer y lograr cosas nuevas.
Uno podría llegar a estar de acuerdo con la idea de que apuntar a mayores desafíos es lo que trae un verdadero sentido de la realización y de la plenitud. Ahora bien, el hecho de que según el autor -autodeclarado “adicto a la adrenalina”- el tipo de riesgos que haya que tomar sean casi exclusivamente los que implican cierto roce con el peligro y la autodestrucción consciente, es algo decepcionante y hasta retrógrado para la época que nos toca vivir. En este sentido, esta pulsión primitiva de testeo de los límites más básicos de nuestra existencia, sea con un salto en paracaídas o practicando snowboard en un risco, tiene un correlato argumental que versa en lo siguiente “…solíamos ser testados constantemente. Nos solían perseguir leones o éramos amenazados por la naturaleza cada día. Nos hemos vuelto insensibles al riesgo y a su efecto positivo en nuestra psique”. ¿La solución sería entonces volver a los tiempos de peligros inminentes y catástrofes naturales?
Creo hay riesgos que vale la pena tomar y riesgos que no, en particular cuando la discusión de fondo implica abrir el debate a cuestiones más profundas y relevantes para el individuo que tienen que ver con la medida del crecimiento personal, la idea de éxito y la de felicidad que uno tiene. Es posible que aquellos que tengan una escala muy pobre de desafíos o una idea muy simple del mundo y sus posibilidades se contenten con visualizar en pruebas o “experiencias” de este estilo los mayores logros a conquistar.
La pieza titulada “No arriesgas lo suficiente para ser feliz” corporiza un lugar ya común de esta cultura, en la que se exaltan los deportes extremos, las adicciones y hasta conducir en bicicleta por lugares inadecuados como formas de libertad, rebeldía, expresión personal, y ahora también como posibles métricas para la felicidad y la realización.
Quizás el problema no sea como indica el autor que “no tenemos suficiente riesgo hoy en día” (un vistazo a cómo vive mucha gente sugeriría lo contrario), sino que los riesgos que se corren o se buscan hoy no son los que pueden redundar en un crecimiento sustentable y capitalizable a largo plazo por el individuo. El mayor riesgo que podríamos estar corriendo es no valorar lo suficiente nuestra propia vida y honrar las posibilidades que tenemos al alcance.
You Don’t Risk Enough to be Happy