“Nutricionismo corporativo”: no confíes en esa etiqueta
Por Laura Marajofsky
Leer la etiqueta de un producto puede ser una de las tareas más engorrosas, y muchas veces, difíciles de hacer… al menos sin una computadora cerca para poder buscar aquellos ingredientes cuyo origen no alcanzamos siquiera a imaginar. Pero en verdad, comprender las sustancias y procesos detrás de los alimentos que consumimos todos los días es sólo el comienzo, también se requiere un visión integral y contextualizada que ayude a ordenar esa información, así como también un fuerte escepticismo hacia la industria alimentaria.
Por todo esto, quería compartir con ustedes algunos fragmentos de una entrevista a Gyorgy Scrinis, autor del interesante libro “Nutritionism: The Science and Politics of Dietary Advice (Arts and Traditions of the Table: Perspectives on Culinary History)” (http://www.amazon.es/Nutritionism-Politics-Traditions-Perspectives-Culinary/dp/0231156561). El libro de Scrinis toca numerosos temas, pero fundamentalmente ataca ideas y prácticas muy arraigadas hoy día en la industria de la alimentación, tanto en relación a la manera en que las corporaciones desarrollan nutricionalmente sus productos, como en la forma en que las promocionan para generar demanda.
“Through their ability to overwhelm consumers with nutritional and health claims on food packaging and in advertisements, food corporations have become the primary disseminators of the most simplified and reductive understanding of food and nutrients in the present era of functional nutritionism.”
Una de las primeras cosas que señala Scrinis es la peligrosa tendencia a evaluar los llamados “techno-foods” (aquellos alimentos que han sido fortificados con vitaminas, minerales, proteínas, etc., o bien bajos en grasas, calorías, sal o azúcar) de forma fragmentaria, analizando ingredientes aislados en vez de considerar toda la composición:
“…the value of a food is reduced to its single functional ingredient. . . . This logic is flawed in that it fails to consider the complexity of food composition and the interactions amongst food components”.
Esta práctica, como bien se advierte en la nota, no es sólo característica del accionar de las empresas, sino también de los círculos científicos y de instituciones públicas que han moldeado políticas basándose en esto: “The focus on single, isolated, decontextualized nutrients has been a long-standing feature of scientific research since the mid-nineteenth century and of dietary guidelines since the 1970s.”
Una segunda idea asociada a esto tiene que ver con la noción de que estos “functional foods” terminan jugando un rol crucial en el “trade-off” nutricional con el que el consumidor se auto engaña diariamente, ingiriendo estos productos para compensar faltantes o mitigar excesos que considera que tiene en su alimentación.
“A prime reason for having diet soda in existence at all is to compensate for other indulgences-it’s an equation, a numerical trade-off, and perhaps a little game we play with ourselves. Thanks to Atwater we know that a one-calorie soda leaves a hole that a 500-calorie piece of pie could fill.”
También hay todo un apartado en el artículo (que a su vez extrae fragmentos del libro) sobre la tecnología como un arma de doble filo, en el sentido de que muchas veces termina constituyéndose como un remedo, una solución fácil (“techno-fix”) a problemáticas más complejas que trascienden el hecho de ponerle vitaminas a un alimento procesado.
…y por supuesto no podíamos dejar de mencionar el marketing de la nutrición, cuyo funcionamiento es descripto esquemáticamente aquí: “One of the aims of nutritional marketing is to create what I refer to as a nutritional facade around a food product-an image of the food’s nutritional characteristics and benefits. This nutritional facade then becomes the focus of food marketing campaigns. The other purpose of a nutritional facade is to cover up or distract attention from the underlying ingredients and processing techniques used to manufacture a food. Nutritional marketing typically focuses on the presence or absence of one or two nutrient components of a food”
Para hablar de las prácticas irresponsables en el área del marketing nutricional se acuñó el término “nutri-washing”, es decir el lavado de cara que muchas empresas hacen de sus productos para poder venderlos como saludables. Dos ejemplos de esto son la manera en que se suelen promocionar alimentos procesados con dosis insalubres de azúcar y aditivos como los cereales para el desayuno, o el caso de la exitosa “Vitaminwater”, la cual contiene algunas vitaminas y minerales agregados pero también saborizantes y 32.5 gramos de azúcar por botella (la coca tiene 39 gramos por lata. Más data: http://www.time.com/time/business/article/0,8599,2007106,00.html).
No parece casual que en una cultura que promueve la disociación y el reduccionismo en muchos otros ámbitos de la vida, afloren estos enfoques parciales sobre los nutrientes, los alimentos y el funcionamiento de nuestro cuerpo. Recomiendo entonces una mirada al material completo, aunque más no sea porque esto puede afectar el modo en que miremos las etiquetas de los productos que consumimos de ahora en más.
That’s not natural or organic: How Big Food misleads
http://www.salon.com/2013/07/20/thats_not_natural_or_organic_how_big_food_misleads/