“Mommy cards”, un nuevo giro en la pérdida de la identidad
Por Laura Marajofsky
Al clásico “enroque” de la foto de perfil en Facebook (sale la foto de la persona, entra la del hijo/a), hay que sumarle otro ejemplo en la lista de manifestaciones del síndrome de “pérdida de la identidad” que afecta a muchas madres hoy: las “mommy cards”.
En un continuo con algunos fenómenos ya analizados aquí como el acaparamiento del relato o la innecesaria mediatización de la maternidad en las redes sociales, les dejo esta mini-tendencia que consiste en una certificación de la pérdida de aquello que irónicamente se denomina “pre-child identity” (la identidad pre-hijos de una mujer).
Las “mom cards” son tarjetas que a la usanza de las tarjetas de negocios tradicionales establecen el nuevo status de su dueña, con datos de sus hijos y alguna que otra información particular. La supuesta utilidad de las mismas está relacionada con el hecho de que cuando los chicos entran al jardín muchas madres empiezan a vincularse con otras, por lo que una tarjeta que las identifique rápidamente (así como a sus hijos) resulta fundamental, en especial a la hora de coordinar salidas o tardes de juego.
“…rather than fight this loss of pre-child identity that seems to be an inevitable part of motherhood, a growing number of women are embracing it and marketing themselves via the latest must-have parenting tool – the “mummy card”.”
Una de las explicaciones que ensaya la siguiente nota que referencia la tendencia, es que debido al retraso de la maternidad más mujeres pasan una mayor cantidad de años trabajando antes de tener hijos, y por esto surge la necesidad de definirse en términos similares a los utilizados en el ámbito profesional/laboral.
Pero si ya definirte a través de lo que hacés resulta un reduccionismo brutal para una persona, este nuevo giro lleva las cosas un poco más lejos. Es particularmente llamativo que si bien varios modelos incluyen el nombre de la madre al lado de su nuevo “status”, también existen modelos en los que ni siquiera aparece el nombre de la mujer, sino que se la identifica a través del vínculo con sus hijos (“mamá de pepito y juanita”). En otros casos solamente figura el nombre propio, sin apellido, como si de todas formas no fuera muy importante completar esa información… o no les hubiese alcanzando el lugar poniendo los nombres, edades y alergias de los nenes.
Para cerrar y a tono con el paradigma de madre más cínica que ya nos hemos acostumbrado a ver (“Martini moms” y otros exponentes), algunas proponen un estilo más honesto y descarnado en sus tarjetas de presentación: “Madre de Leticia y Hugo, disponibles para jugar en tu casa porque la nuestra es un lío. Yo llevo el vino”.