El arte “pasa la gorra” y se apoya en el crowdsourcing
Por Laura Marajofsky
Si escuchar lo que un artista tiene para decir hoy día es ilustrativo del estado productivo y creativo del arte, entonces la siguiente charla TED ofrecida por la cantante estadounidense Amanda Palmer sirve como un buen muestrario: así vemos por un lado un estratégico reposicionamiento para la supervivencia, y por otro constatamos cuán captado por el discurso de la propia sustentabilidad están los artistas por estos días.
En tiempos de crisis y aggiornamiento de las instituciones más tradicionales de nuestra cultura, esta viralizada charla titulada “El Arte de pedir” (http://www.brainpickings.org/index.php/2013/03/04/amanda-palmer-on-the-art-of-asking-ted/) nos muestra una nueva estrategia, rebajar el rol del artista transformándolo en algo más accesible para el público a cambio de un poco de continuidad.
Atrás quedaron las épocas de esplendor del arte en las que como Palmer señala la gente “amaba a sus ídolos a la distancia”, ahora gracias a Internet y su “open culture” (la posibilidad de compartir contenidos libremente) con que haya un pequeño público siguiéndote “más de cerca” es suficiente.
Así Palmer comienza su alegato -no carente de cierta sensiblería y algún que otro golpe bajo- en donde expone un nuevo paradigma en el que el artista sale a pedir ayuda a su público sin ningún tipo de vergüenza y aprovechando la interacción que las redes sociales permiten. Esta idea se gesta a partir de su experiencia como estatua viviente pidiendo en las calles cuando todavía era una ignota. A su vez, en esta charla Palmer también explica cómo aprovechar los nuevos esquemas de financiamiento centrados en el “crowdfunding” y habla acerca de su propia campaña en el popular sitio Kickstarter.
Como se señalaba la semana pasada en Club I+, de esta charla TED surge una interesante conclusión en donde puede detectarse ya no sólo un movimiento adaptativo proveniente del mundo del arte, sino una reacción más transversal en la que otras instituciones hegemónicas (iglesia, universidad, familia) van resignando algún que otro componente con el objetivo final de subsistir.
En este caso puntual el artista se ve compelido a despojarse de cierta altivez, de su orgullo -si es que quedaba alguno luego del avance de la piratería, la figura del “prosumer”, etc. Esto es lo que explica Palmer cuando referencia el cambio de mentalidad que implican los nuevos hábitos y tendencias: “It’s kind of counterintuitive for a lot of artists – they don’t want to ask for things. It’s not easy to ask… Asking makes you vulnerable.”
Simultáneamente, el contexto artístico parece estar captando el guiño (por no decir empujón) que le hace la época, ya que en las últimas semanas diversos proyectos han generado prensa por estar financiados al modo crowdsourcing (http://www.vulture.com/2013/03/veronica-mars-movie-kickstarter-2-million.html). También puede percibirse cierta experimentación por parte de la industria con nuevos formatos en los que el público define cuánto y cómo paga por las obras (http://www.springwise.com/entertainment/concert-lets-attendees-decide-ticket-price-leaving/).
Claro que siempre están los rezagados cultores de lo retro, es decir, aquellos que en vez de apostar a la tecnología apuntan a intentar “desacelerar el consumo de música” y reivindicar el formato físico con ediciones limitadas de sus trabajos con alguna vuelta de tuerca hipster (http://www.springwise.com/entertainment/swedish-band-release-record-ice/).
Más que empezar a “dejar” que la gente pague por la música, como sugiere Palmer, quizás cabría preguntarse por otras cuestiones más centrales, como si realmente vale la pena seguir sosteniendo un modelo de expresión y creatividad en donde lo artístico aparece como la única vía de canalización para el individuo.
Para más sobre el “modelo post-artístico” y otros debates sobre este thread escuchá a partir del minuto 30′ 28” de la reunión de Club I+ del 04/04:
https://www.riorevuelto.org/site/index.php?text=ag_2&tipo=club&modo=reu&id_evento=502&nom=club