Maternidad, mandatos y naufragios
Por Gustavo Faskowicz
No es habitual encontrar reflexiones acerca de la maternidad que no caigan en los lugares más comunes de nuestra cultura. Cansado de escuchar siempre el mismo versito, tipo “es una experiencia maravillosa que sólo podés entender si la probás”, me detuve en esta nota al médico obstetra Mario Sebastiani que cuenta su visión sobre el tema al presentar su libro “Por qué tenemos hijos”.
En este reportaje publicado en Página 12 el domingo pasado, enfatiza: “No soy moralista, pero entiendo que plantear una ética para el nacimiento es necesario. (…) Tener un hijo debiera ser un acto de responsabilidad con un gran componente moral. Los hijos no pueden ser rellenos ni una obligación religiosa ni la propagación de la especie. Detrás del deseo egoísta de tener un hijo tengo que tener un escenario que le permita al niño desempeñarse en las mejores condiciones posibles. Y no hablo de riqueza”.
Soprende ver cómo son cuestionadas ciertas naturalizaciones lamentables. Es el caso del “instinto materno”, que suele ser utilizado como fundamento esencial a la hora de reivindicar la pulsión procreadora: “Cuando las mujeres que acaban de ser madres descubren las primeras piedras de la crianza, se encuentran que no tienen instinto que las salve de lo embarradas que están en ese momento. Cuando la teta no les funciona, cuando sienten odio por el bebé que no para de llorar, cuando no saben qué le pasa. Los programas de psicoprofilaxis para el parto deberían enseñar sobre los hijos, lo que cambiará en la vida al tenerlos. (…) Pero esta información no se divulga, porque no es agradable. Y en un punto se censura. Nadie se atreve a advertirle que va a sentir aburrimiento, soledad, que por momentos se va a querer sacar de encima al bebé”.
Más allá de coincidir con muchas de las apreciaciones de Sebastiani, me pregunto si observar y no negar la realidad, alcanza para romper con la inercia del discurso único y concluir de manera natural que no tener hijos es una opción a considerar. Tal vez sea necesario indagar de dónde viene ese “odio por el bebé que no para de llorar”. Así, poniendo todas las evidencias sobre la mesa, entendiendo y modelando los fenómenos, quizás la toma de decisiones sea más personal e independiente de los mandatos de nuestra cultura.
Aquí, el reportaje entero:
http://www.pagina12.com.ar/diario/sociedad/3-198694-2012-07-15.html
Daniel
Como mi ausencia física al Club I+ del día de hoy no quiere ser conceptualizada como una falta total, intentaré siquiera una breve discusión virtual.
Leí la interesante entrada de Babu sobre la nota que salió en P12 acerca de la Maternidad.
Sin entrar en el fondo del tema, me gustaría avanzar sobre el reborde de una de las formas en que suele discurrir estos temas, se cita:
"es una experiencia maravillosa que sólo podés entender si la probás"
Como es una frase compleja me gustaría depurarla un poco:
Quitemos lo "maravilloso" que es subjetivo.
Quitemos "que sólo podes entender si la probas" que también tiene esa carga subjetiva que valora las capacidades cognitivas del sujeto receptor y cambiémoslo por "difícil de transmitir", así de paso cargamos la cosa en el transmisor.
Quedaría: "Es una experiencia difícil de transmitir"
Entonces me pregunto ¿esto es así?, pero no solamente para la cuestión de la maternidad, sino generalizando: ¿hay experiencias difíciles de transmitir?
Y al respecto se me ocurrió un ejemplo:
Si alguno fue a la "montaña rusa" verde (*) del Parque de la Costa, le pediría que haga un breve resumen.
Ahora, esas palabras, más o menos floridas, grandilocuentes o lacónicas, con neologismos u onomatopeyas (de acuerdo a la edad), etc. ¿son comparables a la experiencia concreta de viajar en ese moderno instrumento de tortura disfrazado de disfrute?
Mi sensación (si vale como ejemplo) es que no, que el relato se queda muy corto ya que por lo pronto no me acelera el pulso (como sí lo hace esa montaña rusa) no me transpiran las manos y cuando llego al punto final no me asalta esa sensación de tranquilidad mezclada con triunfo que siento cuando se levantan las protecciones.
Pienso que no es culpa del escribiente sino del medio que utiliza para relatar la experiencia ya que la limita a un ámbito meramente intelectual, no llegando a representar la totalidad de algo que transcurre en muchos más planos que el intelectual.
(*):El Desafío: De tipo Invertida que llega a una altura cercana a los 36 metros alcanzando una velocidad aproximada de 80 km/h siendo la primera en su tipo en Latinoamerica. Posee 5 inversiones; Roll Over, Sidewinder y dos Flat Spins.
(http://es.wikipedia.org/wiki/Parque_de_la_Costa)
Charly
Acá les dejo la cobertura de éste y otros libros relacionados por parte de la fundamentalista de la cultura pitufa Mariana Iglesias en Clarín.
http://www.clarin.com/sociedad/lado-mama_0_739726092.html
Lau
Dani, me quedé con tu depuración de la frase "es una experiencia maravillosa que sólo podés entender si la probás" (respecto de la maternidad), y aún con tu conclusión de que quizás más bien se trata de una experiencia, como tantas otras, "difícil de transmitir", la verdad que siento que discursivamente estas salidas no son más que atajos para no discutir.
Me parece que a esta altura está claro que no es necesario probar la maternidad para poder discutir sobre ella. Es más, pareciera que con notas como la del jueves pasado en Clarín, directa o indirectamente, se abre un poco el campo para debatir, en especial cuando las propias madres son las que comienzan a optar por una estrategia de reducción de daños y conceden el lado más traumático de la experiencia… al menos durante los primeros dos años.
Si bien es cierto también que se abre toda una nueva veta discursiva de reivindicación a través de lo que algunos el Club I+ pasado referenciaron como "discursos hormonales". Y en ese sentido asocio esta "hormonalidad" en las actitudes con respuestas como la de "tenés que probarlo".
Daniel (militante de la agrupación La Heródes el Grande)
Laura:
Lejos de mi interés está el buscar un atajo para no discutir un tema, es más sólo tomaría un atajo "discursivo" con el fin de poder llegar antes a una discusión.
Inefable.
(Del lat. ineffabilis, indecible).
1. adj. Que no se puede explicar con palabras.
(Definición extraída de la Real Academia Española)
Pues bien, no creo que haya temas "inefables", pero también creo que a veces es necesario exprimir los recursos narrativos para producir acercamientos paulatinos a un tema y, probablemente, nunca acabemos de dar una explicación completa del mismo.
Con el ejemplo de la montaña rusa "El Desafío" simplemente quería mostrar como una experiencia de apenas treinta o cuarenta segundos, que solamente involucra nuestra sensorialidad, es tan difícil de transmitir usando solamente palabras.
Entonces me pregunto si otra experiencia, ya mucho más profunda en términos de marcas psíquicas, con una duración incomparable frente a ese medio minuto de vértigo, que abarca nuestra sensorialidad pero que no se agota allí, sino que por el contrario atraviesa nuestra vida desde niveles más profundos que la sensación de caída o la velocidad del "roll over" (vaya uno a saber que es eso), puede condensarse en pocos párrafos.
Lo que dice la nota sobre "el lado B de ser mamá" me parece que abusa de la realidad, nunca escuché un relato edulcorado sobre la experiencia de la maternidad/paternidad.
Esa idea de que ahora se rompe un "halo" de sacralidad sobre este tema no me parece acertada porque siempre la realidad se impuso sobre el relato: los llantos nocturnos, la dependencia del bebé de su madre y su padre, el diferente encastre que la sociedad exige a la pareja frente a su vida anterior, etc.
Eso siempre se escuchó, no son verdades ocultas descubiertas ahora por una suerte de filtración informática estilo "pregnant-leaks", además quedaría por discutir porqué si la maternidad primeriza es la puerta de entrada a tan fabulosas verdades, muchas de esas parejas reinciden.
Sobre lo que dicen Ingrid Beck y Paul (¿?) Rodríguez: "nos topamos con un cúmulo de frases hechas…" me pregunto: ¿sobre qué ámbito de la vida no se han construido cúmulos de frases hechas?
Recuerdo todo lo que escuché sobre el secundario, sobre la colimba, sobre mi primer trabajo, sobre los bailes, la droga, el fútbol, las chicas, los sindicalistas, la Iglesia, el Peronismo, las operaciones de meniscos, el cine francés, la cumbia electrónica, mezclar vino con sandía, las vacaciones, el conurbano, los gitanos, los logarítmos, las pruebas semestrales (cuando las había), la cárcel, el juego, etc. (juro que puedo hacer esta lista casi interminable).
Esta afirmación: "la absoluta incapacidad de los ambientes laborales para adaptarse a la vida de una madre de un niño menor de un año" parece surgida de una reunión de adolescentes trasnochados, un acercamiento más realista al mundo laboral nos muestra que en general, repito: en general, es un ambiente incapaz de adaptarse a cualquier sujeto que tenga una razón para escaparse de los parámetros habituales de trabajo, llámese esta: enfermedad del trabajador o que sea designado testigo en un juicio penal y tenga que ir varias veces a declarar, que tenga una carrera con muchos exámenes, etc. Creo que el problema no es la maternidad sino los ambientes laborales diseñados para la moderna versión de la esclavitud que tan claramente expresó el apotegma Peronista: De casa al trabajo y del trabajo a casa.
La frase certeramente destacada por Babu: "odio por el bebé que no para de llorar" parece estipular que el "objeto" odiable es el llanto y no el bebé y ciertamente los bebés que lloran sin parar no son causa sino consecuencia de algo más profundo (descartadas las cuestiones patológicas), al igual de los chicos que no duermen, que no quieren comer, o son revoltosos, irrespetuosos, etc.
Supongamos que en las reuniones de Club I+ se viera como un ejemplo de libertad que unos hablen entre sí mientras otro expone, o que se pueda interrumpir las palabras del que circunstancialmente esté hablando, o que sea moneda corriente comer papas fritas o estar con auriculares escuchando música cuando el tema no interesa. ¿el problema estaría en el hecho de reunirnos o en una organización que no sabe, no puede o no quiere establecer reglas aptas para permitir un intercambio inteligente de ideas?
En fin, ideas de una noche de martes… espero no haber parecido que quisiera eludir la discusión….. ni que tengo un discurso hormonal… simplemente son los síntomas de la falta de mi dosis semanal de discusión cultural.
Babu
Como siempre, muy estimulante leerte Dani! Por eso, y esperando provocar a la inefable militancia de La Heródes, voy a disentir en algunos puntos…
Planteás "Lo que dice la nota sobre "el lado B de ser mamá" me parece que abusa de la realidad, nunca escuché un relato edulcorado sobre la experiencia de la maternidad/paternidad."
¿Nunca lo escuchaste? Yo tengo la sensación de que vivo escuchando relatos edulcorados que no sólo minimizan el lado B de ser mamá sino que, en nombre de las sensaciones y la hormonalidad, invitan a tomar la decisión sin pensar en las consecuencias de la misma.
Veo una reivindicación sistemática y simplificadora de la experiencia. Un sentido común instalado de que "es lo mejor que te puede pasar en la vida" sin mucho más desarrollo, como si fuera una receta genérica que todos debemos probar sin importar el contexto. Y está tan acendrado que por momentos ya pasa del dulzor a lo empalagoso. Muchas de estas evidencias las venimos observando y analizando en el Club I+ desde hace años. Por caso, fijate que la misma Mariana Iglesias, en la nota que posteó Charly, luego de repasar sufridos testimonios, cierra de manera inconexa y carente de justificación con un "vale la pena", algo así como derramar un kilo de azúcar sobre la amargura…
Luego decís "Eso siempre se escuchó, no son verdades ocultas descubiertas ahora por una suerte de filtración informática estilo "pregnant-leaks", además quedaría por discutir porqué si la maternidad primeriza es la puerta de entrada a tan fabulosas verdades, muchas de esas parejas reinciden."
Creo que hay matices, una cosa es escuchar "el llanto del bebé no me dejó dormir anoche", otra es anoticiarse del "odio por el bebé que no para de llorar". Quiero decir que existen corrimientos, que hay ecos culturales que generan mutaciones en los discursos y en las percepciones. Relatar cínicamente un problema es bastante distinto a declarar una zozobra, esa es la novedad. Por eso, se torna cada vez más interesante y urgente modelar el comportamiento de la gente ante estas evidencias. Lo primero que me pregunto sobre el tema es qué pasaría si en lugar de existir un culto a la descendencia, en nuestra cultura se promoviera una evaluación responsable de la procreación, partiendo de las posibilidades equidistantes de tener hijos o no. Hoy el contexto es un tanto diferente…
Más adelante agregás "La frase certeramente destacada por Babu: "odio por el bebé que no para de llorar" parece estipular que el "objeto" odiable es el llanto y no el bebé y ciertamente los bebés que lloran sin parar no son causa sino consecuencia de algo más profundo (descartadas las cuestiones patológicas), al igual de los chicos que no duermen, que no quieren comer, o son revoltosos, irrespetuosos, etc."
Entiendo que sea difícil admitir admitir que el objeto odiable pueda ser el bebé, pero creo que eso (lo que vos parecés descartar) es justamente lo más interesante a analizar. Preguntarse si existe la posibilidad de que decisiones tomadas irresponsablemente generen un cultivo de resentimiento del que los hijos no estén exentos. Más aún cuando la observación de la realidad nos da mucha información sobre la guerra no declarada, subterránea e inconsciente entre esos padres irresponsables desde el origen (la inmensa mayoría) y sus hijos…
Daniel (También miembro de la "Heráclito de Efeso")
Babu: Hola. Debo reconocer, como vos decís al principio de tu comentario, que es verdad que se escuchan esos "relatos edulcorados" acerca de la maternidad.
También es cierto que se escuchan relatos (hay blogs, páginas webs y encuestas que hablan de números impensables sobre creyentes) sobre las visitas, encuentros y demás cuestiones acerca de los ovnis.
Ahora una cosa es que uno diga: "sí, los escuché" y otra es que uno crea que ocurren y otra aún más fuerte y es que a partir de estos testimonios uno esté convencido de que ellos están entre nosotros.
Lamentablemente podemos caer en una discusión bizantina acerca de quiénes, cómo y cuantos hablan de ese relato. También es difícil establecer si estas mismas personas en otro momento de tiempo, en otra mesa de café o en otro encuentro de madres, no relatan lo contrario.
¿Que quiero decir con esto? Que a veces me parece que se privilegia el "relato" como si fuera una ventana infalsificable sobre el inconsciente de quién lo expresa. Si jugáramos al truco con esta estrategia (al menos hasta donde entiendo ese juego vernáculo), creyendo a rajatabla lo dicho por los demás jugadores, seguro perderíamos.
En nuestra vida de relación habitual, no lo aplicamos. El refranero popular tiene varios exponentes: "Las palabras se la lleva el viento" y "obras son amores y no buenas razones" son prueba de que el sentido común sabe distinguir entre los dichos y los hechos.
Entiendo la feliz experiencia de detectar una tendencia y luego corroborarla en la práctica, pero una cosa es ver casos desperdigados e inconexos y otra es descubrir las hormigas exploradoras que preceden y anuncian la invasión (cfr. "Cuando ruge la marabunta" – 1954 – http://youtu.be/eijcGUtpwUA ver 1:04:15).
Lamentablemente mi experiencia es que a veces la gente habla diciendo lo que cree que se espera que diga, a veces lo que cree que es "cool" decir , a veces miente y obviamente, en muchos casos, también dice la verdad.
Pero como diría Heráclito en su muy citada expresión: "En los mismos ríos entramos y no entramos, [pues] somos y no somos [los mismos]", los seres humanos cambiamos, mutamos en el tiempo de pensamiento y obra.
Entonces, sacralizar una foto del pensamiento, que vendría a ser esa frase, sin la verificación de una conducta medible y observable que convalide lo dicho con hechos, me suena incompleta y nos arriesga a caer en el error.
Ese "culto a la descendencia" no parece verificarse en el avance económico del mundo, a mayor poder adquisitivo, las sociedades se vuelven menos proclives a una maternidad numerosa.
Siempre me intrigó esa postura acerca de "una evaluación responsable de la procreación, partiendo de las posibilidades equidistantes de tener hijos o no" ¿cómo se mediría esa responsabilidad? ¿Qué pasaría si alguien no "da" con ese perfil de responsabilidad? ¿qué se podría hacer con esa persona? ¿qué se debería hacer?
Es inenarrable el horror que me arrea (tengo la erre fácil) frente a esa capacidad de discrecionalidad en malas manos.
Hay una situación (como todos mis ejemplos, traídos de los pelos) que se da cada tanto en los medios de comunicación: Un grupo de exaltados vecinos de Caballito que se oponen a la construcción de nuevos edificios. Es decir, una vez que ellos pudieron acceder a tan bonito barrio, cancelan el acceso de nuevos habitantes.
En ese planteo siento que hay una trampa conceptual.
Pues bien, nosotros estamos en el barrio de la vida, no quiero aburrir con los planteos acerca de que solo la vida permite la existencia de las personas y que la potencialidad de un ser viviente es enorme: Sí, puede ser un nuevo dictador, un represor o hasta un wachiturro, pero también puede ser un Mozart, un Bochini, un M.C.Escher o un científico que, a través de su inteligencia, nos acerque de manera dramática a la singularidad.
Por último, no me es difícil admitir que se pueda odiar un bebe (justo en una semana donde por acción u omisión, han muerto cinco menores de diez años), en especial porque me rindo ante la realidad de que es posible odiar a otro ser humano, es posible esclavizarlo, sojuzgarlo, torturarlo y matarlo.
Es posible, y la historia es testigo insobornable, que un grupo considere de manera clara y contundente que otro grupo, porque piensa distinto, tiene otra religión, otro color de piel, otra orientación sexual o simplemente porque sí, puede llegar a ser suprimido de la faz de la tierra.
Frente a esta realidad incontrastable, no me cabe duda de que es posible odiar a un bebé, pero eso no significa que sea odiable automáticamente, eso habla más de la psicología de los "odiadores" que del objeto odiado.
Lau
Me voy colar en la discusión con dos cositas… Dani, vos planteás que no hay que darle tanta relevancia a los relatos 'per sé', sino analizar la conducta medible y observable que hay detrás de los mismos. El tema es que aún dejando de lado el relato, encuentro que existen conductas tangibles y muy "verídicas" detrás de estas confesiones. ¿Acaso los numerosos fenómenos que venimos analizando semana a semana (hijos mal alimentados, aumento de adicciones en padres e hijos, madres deprimidas y estresadas a niveles crónicos, violencia intrafamiliar, desencuentros generacionales, etc.) no son suficiente respaldo de los dichos de estos protagonistas? Tampoco entiendo por qué hablás de "casos desperdigados e inconexos", ya que me parece que elijas el síntoma que elijas hoy en torno al tema de la maternidad, es posible hablar de tendencias más o menos generalizadas, sean las "martini moms" (http://www.riorevuelto.org/site/ip/ventana.php?id_articulo=2865) o las mamás insatisfechas y blogueras (http://www.riorevuelto.org/site/ip/ventana.php?id_articulo=2536) por decir algunas.
Por otro lado, me cuesta pensar que estos relatos descarnados o irónicos (http://www.riorevuelto.org/site/index.php?text=ip_foro1&id_comment=533), la mayoría de los casos cínicos, sean tan sólo instancias para "decir lo que se espera" o "para verse cool", aún en un momento en el que ser mal padre es casi algo de todos los días y pareciera que pocos se horrorizarían con esto.
Para mí no son sólo noticias en tal o cual diario, encuentro también que son actitudes que podemos observar con bastante facilidad en familiares y amigos cercanos sin necesidad de que la cronista de turno te lo cuente; al revés, siento como poco orgánico y tirado de los pelos hablar de madres que mienten y posan para hacerse las cancheras o quedar bien con el "afuera". Quizás existen las mamás "trasheras" que publican sus desventuras en FB esperando el "me gusta", pero todavía seguimos viviendo en una época donde abundan las Laura Gutman, las miradas incómodas en las cenas familiares cuando decís que no querés tener hijos y las posturas tan acríticas sobre la labor de los padres actuales como éstas: http://www.clarin.com/zona/Hoy-merecen-elogios-criticas-crianza_0_745725580.html.
Daniel (de la agrupación "Muerto antes que sin respuesta")
Laura: Bienvenida a la discusión (digo yo como si fuera el anfitrión de la misma), lo que intento decir es que por cada cuatro "martín moms" yo podría mostrar muchas más madres lloriqueando frente a sus hijas vestidas de paisanitas vendiendo empanadas en cualquier acto del veinticinco de mayo, o padres que derivan una importante suma de sus ingresos para brindar la mejor educación que puedan a sus hijos, o comunidades enteras marchando pidiendo justicia por la muerte de algún chico.
Si comparáramos los blogs de mamás insatisfechas con las toneladas de espacio virtual que se llevan las fotos de los recién nacidos, bautismos, bar o bat mitzvá, los "aqiqa" árabes, comuniones, cumpleaños, etc. Me parece que estos últimos tienen una diferencia de escala importante, pero entiendo que es una cuestión más cualitativa que cuantitativa.
Claramente me doy cuenta que estas situaciones no son caminos de perlas y rosas, y como todo hacer humano es perfectible y está plagado de sombras y -muchas veces- miserias, pero estas últimas, y justo y honesto es decir que también las primeras, no son producto de la crisis de la maternidad sino antes que nada de la condición humana.
Creo que lo que está en crisis es "el hombre", su concepción del mundo, su mirada hacia los demás, su capacidad de sobreponerse a sus pulsiones egoístas y brindarse al resto de las personas.
Con ladrillos fracturados no se hacen buenas paredes, pero la culpa no reside en las paredes sino en los ladrillos.
Obviamente está en crisis la familia, el trabajo, las prácticas económicas, las relaciones comerciales, el modelo de estudios y, en resumen, casi todas las instituciones humanas, pero creo que estas son consecuencias antes que causas
Vuelvo por un camino que alguna vez expuse en la vieja y no olvidada aula 13, el hombre es una unidad integral, probablemente el que es mal padre también sea mal esposo, mal compañero de trabajo, mal jefe, etc.
No me parece real que, dejando de lado cuestiones ligadas a patologías psiquiátricas severas, que podamos ver un padre que pega a sus hijos y coetañamente sea un esposo amoroso, un jefe comprensivo o un delegado gremial abnegado.
Mi prédica, sin caer en contenidos proselitistas, es que hablar de crisis de la maternidad, la familia, la religión, las empresas, el estudio, etc. es una reducción que quita complejidad al análisis.
Digo esto porque es posible que yo elija no tener descendencia, no formar una familia en el concepto clásico, no adscribir a ninguna religión, generar una unidad productiva independiente, no ir por los sistemas usuales de enseñanza, pero lo único que no puede dejar de ser es ser un "ser humano".
El análisis crítico de estas instituciones, que seguro hay que hacerlo, no lo dudo, me saca del problema y es en ese sentido que creo que es un poco reduccionista ya que puedo ir por fuera de ellas, mientras que nunca puedo renegar de mi condición humana.
El análisis de este hombre en crisis me debe incluir.
La cultura (sea central o periférica, buena o mala, orientada a la muerte o promotora de la vida) es un producto humano, está hecha por hombres concretos, podemos tomarla como causa de problemas pero más me parece que es consecuencia del hombre.
La raíz del problema está en el hombre y, luego, efectivamente la cultura es una herramienta de expansión del problema, o no. Es una creación humana.
Recuerdo el capítulo en que Lisa le dice a Bart algo así como: "Si un árbol cae en el bosque donde no hay nadie cerca, ¿hace ruido?" y el, atolondrado, le dice que sí. Ella luego le retruca: "pero como puede existir el sonido si no hay quién lo escuche" e inmediatamente la cara de Bart se transfigura, su mente ha entendido (http://www.tvsimpson.com/episodios/la-sociedad-de-los-golfistas-muertos ver 13:40). Reutilizo el esquema: ¿Puede haber cultura si no hay nadie cerca?
No soy una persona pesimista, creo profundamente en la capacidad de cambio del hombre y en que, como alguna vez se dijo en las reuniones, todos participamos de la idea de que las cosas andan mal, el diagnóstico dependerá de donde se pone el foco de la atención.
La prescripción de remedios es, luego, todo un tema. Pero eso es parte de otro capítulo.
Lau
Gracias por la bienvenida Dani jejej… A ver, por momentos siento que me hacés trampita, yo no digo que no haya casos representativos del otro lado (mamás emocionadas, fotos de bautismos y demás), yo lo que hice fue contestar tu queja de que hablábamos de casos "aislados" y sin aparente representación… o con poco cuerpo.
Por otro lado, estoy parcialmente de acuerdo en que determinados malestares que aquejan a las personas hoy quizás no son sólo derivados de problemáticas en torno a los modelos de vida que eligen, entendiendo que según lo que vos planteás los conflictos del ser humano son de otra naturaleza -admito igual que cuando empezás a mencionar algunos de estos supuestos puntos de conflicto, como "las pulsiones egoístas", disiento un tanto.
Pero si vamos a hablar de la integralidad del individuo, y claro que un mal padre probablemente sea también disfuncional en otras instancias de su vida, ¿cómo podemos escindir del análisis evidencia tan crucial como la cultura a la que adscribe esa persona?
No veo cómo un análisis que nos despoja de estas variables cotidianas nos acerca a los dilemas más profundos y abstractos del ser humano, en busca de esa complejidad que pedís… ¿Además cuando estamos analizando críticamente estos modelos no estamos también intentando repensar/reescribir lo que es ser un "ser humano"?
Veo tan poca gente intentado ir "por fuera" de ciertas instituciones que me inclino a pensar que no sabemos (o que sabemos poco) acerca de cómo esta pulsión podría predisponer y moldear a un individuo… incluso transformando las propias concepciones que éste tiene de sí mismo.
Daniel (de la agrupación: Denme un descanso que no tengo tiempo de ver los juegos)
Laura: Es verdad que vos no decís que no haya casos representativos, tanto como que yo tampoco digo que vos lo decís.
Simplemente mencioné el aspecto cuantitativo porque en algún momento decías: "es posible hablar de tendencias más o menos generalizadas" y entrabas con el tema de las "martini moms" y las "mamás blogueras e insatisfechas" y me imaginé que si a estas tendencias se las carátula de "generalizadas" pensé que las otras se quedaban sin adjetivo posible.
Pero no quiero caer en la fatua tentación de ensayar la respuesta a la respuesta de la respuesta, porque se que es entrar en un laberinto que impide la discusión de fondo y se ancla en las formas.
En tal sentido intentaré ir por donde creo que se puede dar un diálogo constructivo, con confrontación de ideas y modelos.
Si se concede que la "cultura" es producto del hacer del hombre y que "la familia", "la religión", "el sistema capitalista y el comunista y muchos otros que se les parecen", "la academia", "la maternidad", etc. Son instituciones dependientes de la "cultura", podríamos establecer una cadena de causalidad, empezando por el "hombre", siguiendo por su "hacer", continuando con la "cultura" y sus instituciones prohijadas a su sombra.
Entonces queda planteada la existencia de al menos dos posibles estrategias de abordaje del problema: Ir por las causas o ir por las consecuencias.
Ambas posibilidades me parecen válidas, entiendo que dependerá del caso la utilidad de ir por un camino o por el otro.
Si soy un médico del SAME y estoy en la Estación de Once el día del fatal accidente (o tragedia anunciada, según se vea), me parece que tengo que atender las consecuencias y dejar el análisis de las causas para otro momento y otros actores.
Si soy un simple ciudadano que contempla azorado la mancha de humedad que comenzó a crecer desde hace un día en la pared de su cocina, creo que hay que avanzar sobre las causas de la amenaza hídrica y luego de resolverla ir por el arreglo de las consecuencias.
En estos dos simples (ingenuos y tal vez tontos) ejemplos quise expresar como la realidad del caso determinará lo oportuno de cada camino.
Lau
Dani querido, entiendo la prelación que intentás plantear con respecto al hombre y la cultura, siendo ésta consecuencia del hombre, y por ende el orden de resolución sugerido (ataquemos primero las causas luego el resto), pero realmente no me parece que sea una buena manera de ver el asunto. Creo que el hombre "es" en algún sentido su cultura, y siento de nuevo que esta división lógica que planteás (que no carece de elegancia en la exposición debo decir) resulta un tanto anti intuitiva para mí.
El hombre se ve representado en la forma en que vive, cómo construye sus relaciones, cómo articula sus proyectos de vida, sus expectativas, sus potencialidades… Esos modelos, a los que te referís de manera un poco fría quizás, me parece que construyen identidad también. Examinando al hombre como "aislamiento cultural" por poner un término (en danza la palabra "aislamiento" remite a un movimiento desarticulado que se produce y usa en distintos estilos de baile), y tratando de indagar en los dilemas que lo aquejan y condicionarían su vida, me cuesta encontrar variables urgentes a ser consideradas.
Algo así como que de un lado tengo estructuras reales con determinadas características (modelos de vida), con costos humanos, impactos más leves o más profundos y las elecciones que los individuos pueden (o no) hacer, y del otro, problemáticas más del tipo "cambiar nuestra mirada hacia los demás" o "brindarse al resto de las personas", cuestiones supuestamente más intrínsecas al hombre según se planteó que sinceramente no me dicen mucho de sus desafíos y posibilidades.
Pd: los juegos no están tan buenos, no te preocupes!
Daniel (de la agrupación "Silenciosos hasta el Jueves")
Laura aún más querida: Por fin alguien que haya notado que mis argumentos antes que lógicos son elegantes, ya con eso siento plenamente pagada mi participación en este foro.
Debo aclarar que me cuidé de establecer una indicación acerca de cómo encarar el abordaje del tema sobre si empezar por causas o por consecuencias. Simplemente sugerí que son estrategias distintas.
La analogía que haces con la danza me sirve para seguir discutiendo sobre el tema de la relación entre el hombre y la cultura: Está el Bailarín (o Bailarina) y sus movimiento conforman el Baile, hay una relación íntima y estrechísima entre ambos, pero uno precede al otro, uno es causa del otro.
Si el bailarín cesa sus movimientos, cesa el baile aunque el bailarín siga existiendo.
Con la cultura creo que pasa algo parecido, el hombre en algún sentido "es" su cultura pero ciertamente es distinto de ella.
El tema de causas y consecuencias da para mucha charla, y me imagino que en cada caso concreto se podrá establecer una prelación especial.
La línea de ataque "causal" me atrapa porque me parece que revitaliza las bases mismas de la cultura al avanzar sobre su gestor y creador.
El ataque "consecuencial" me parece que tiene como lado positivo su facilidad de abordaje por cuanto nos encontramos frente a instituciones más palpables.
Dicen que si se pone a un hombre sobre una superficie plana sin marcas ni señales y se le indica que camine en línea recta, a la larga termina, involuntariamente, trazando un círculo.
Aparentemente esta circunstancia se da porque nadie tiene el largo de las piernas exactamente iguales sino que siempre una de ellas es unos milímetros más corta respecto de la otra, entonces sin darse cuenta tiende a derivar hacia el lado de su pierna más corta.
Entonces uno puede intentar muchas cosas, pero siempre ese hombre -todos los hombres- va a terminar caminando en círculos.
Se que se pueden poner marcas y señales y tal vez esta sea la única estrategia posible, pero ciertamente no lo se.