¿Sos vos (o la Cultura) quien está contando tu historia?
¿Qué tipo de descapitalización estamos sufriendo a medida que vemos extinguirse o diluirse la capacidad para construir un relato personal? ¿Qué relatos te propone la cultura hoy y cómo nos relacionamos con ellos? ¿Existe algún vínculo entre la capacidad para "historiar" y nuestra propia continuidad? Estas y otras preguntas han sido surgiendo los últimos jueves en el Club I+ adentrándonos en un territorio poco explorado antes.
Con todas estas cosas en la cabeza y a la luz del análisis que también venimos haciendo de tribus urbanas como por ejemplo los llamados "hipsters" me quedé pensando en la influencia narrativa de la oda a lo "vintage", el tema de la repetición del relato (colectivo y personal) y el sentido de la nostalgia.
A tono con esto unas notas de hace dos semanas de la revista Ñ sintonizaron con mis pensamientos. Por un lado en un artículo el escritor norteamericano Simon Reynolds autor del libro Retromanía se hace dos preguntas que me parecieron interesantes: "¿La nostalgia obstaculiza la capacidad de avanzar de nuestra cultura? ¿O somos nostálgicos precisamente porque nuestra cultura ha dejado de avanzar y por lo tanto debemos mirar inevitablemente hacia atrás en busca de momentos más potentes y dinámicos?" Por otro lado, en una editorial titulada "Hologramas del pasado" Fabián Casas postula: "Uno podría afirmar después de los esterotipados recitales de Roger Waters, entre otras cosas, que la gente ya no quiere tener experiencia, prefiere grabar, repetir, volver a mirar sin animarse a aceptar la condición mortal de los eventos y de uno mismo."
Quizás resulte útil para todo lo que estamos discutiendo vincular el particular fenómeno que supone la dificultad para enhebrar relatos presentes y la fascinación por remontarse a épocas pasadas, así como también explorar la idea de que esto último tenga un rol "analgésico" (o mejor dicho "anestésico") sobre los individuos. Por otro lado con comentarios como el de Casas se pone en relieve la íntima relación que la posibilidad narrativa e imaginativa guarda para con nuestras ideas sobre la vida y la finitud. Sin embargo, habría que ver si realmente lo que opera detrás de la repetición cuasi automática de la que habla Casas no está más relacionado con la falta de sentido/contexto propio, y de una desvalorización y un "ninguneo" de las situaciones, que con el temor a admitir que todo tiene su final -una idea que dicho sea de paso parece recibirse con más tranquilidad que inquietud en esta cultura.
Tal vez tengamos entonces que empezar a preguntarnos cómo incide esta nostalgia colectiva en la construcción del relato de uno, en el lenguaje y en los estilos, en particular en un momento en el que como Reynolds también explica "el pasado nos resulta tan accesible como cualquier cosa del presente y nuestro sentido de 'tiempo cultural' se vuelve una masa indiferenciada".
En este sentido Casas también refiere a esta especie de "limbo anacrónico" en su editorial al hablar de varios productos musicales actuales y como en el futuro cuando se escuchen estas cosas no habrá nada característico o particular de esta época en ellos. Habrá que indagar en esta necesidad de achatamiento del tiempo, haciendo del mismo algo uniforme, anodino, cada vez con menos rastros del momento que nos toca vivir.
Por último, para seguir viendo cómo esta "frecuencia narrativa" que propone la cultura puede permeabilizar las historias personales, les quiero compartir una perlita (http://www.theatlantic.com/technology/archive/2012/03/what-cabin-porn-looks-like-to-a-real-expert-on-cabin-history/254495/) que muestra el modo en que el "back to basics" se cuela en el imaginario (y también en el plano aspiracional) del joven urbano y 'hipster' a través del "Cabin porn". Esto es una micro tendencia web en la que proliferan sitios con fotos de cabañas rústicas situadas en espacios naturales aislados o totalmente inhóspitos, subidas por dueños o aspirantes a serlo.
"The cabin has become shorthand for a whole complex of values and aspirations, of self-reliance, doing-it-yourself, living off the land and off the grid, using our bodies in simple, honest, manual labor — all the things that modern urbanites supposedly have lost. Of course, the idea that we have lost touch with nature seems to be as old as civilization itself."