¿La hora del “single”?
"Despite its prevalence, living alone is ont the least discussed and, consequently, most poorly understood issues of our time. We aspire to get our own places as young adults, but fret about whether it's all right to stay that way, even if we enjoy it. We worry about friends and family members who haven't found the right match, even if they insist that they're happy on their own…"
Esta frase condensa perfectamente la puja ya familiar entre lo que muchos sienten y la fuerza omnipresente del mandato cultural, en un momento en donde nunca antes en la historia tanta gente eligió vivir sola, constituyéndose así un fenómeno social sin parangones que libros como "Going Solo: The Extraordinary Rise and Surprising Appeal of Living Alone" de Eric Klinenberg recién ahora están comenzando a explorar.
De este modo, es interesante observar que lo que está siendo llamado "el nuevo experimento americano", dista de ser un fenómeno circunscripto a los EEUU (donde "sólo el 51% de los adultos está casado de acuerdo al último censo, y donde el 28% del total de hogares hoy tiene un sólo habitante -el mayor registro a la fecha"). Como detalla Klinenberg, la tendencia puede verse representada con porcentajes mayores en Europa, así como también observarse en franco crecimiento en lugares como China, India, Brasil, e incluso en Japón, que aún con un gran tradicionalismo exhibe cerca de un 30% de hogares unipersonales.
Pese a todo esto, es llamativo el tratamiento cuanto menos pobre, y sobre todo polarizado del tema, en el que se sigue considerando el hecho de vivir solo como un signo de egoísmo, falta de compromiso, incapacidad, etc., reflejando el "sesgo cultural" y los persistentes prejuicios en torno a esta práctica.
Sólo mediante un profundo ejercicio de negación es posible imaginar que prevalezca en el tiempo tal descreimiento hacia la posibilidad de pensar en modelos más autónomos que generen bienestar y que traigan un crecimiento para el individuo y el entorno.
Y sin embargo, pareciera que hasta la persona más negada hoy día no tiene más remedio que mirar alrededor y asumir que las cosas están cambiando. Como explica el mismo Klinenberg, gracias a fenómenos netamente contemporáneos como la interconectividad, la urbanización y la revolución en la longevidad, la experiencia "single" se ha transformado significativamente, fortaleciéndose una dinámica en donde el vivir solos se ha convertido casi en una experiencia compartida, colectiva. Incluso se habla en términos de que "la principal obligación del individuo es para con uno mismo antes que para con la pareja o los hijos".
Asimismo, esta paulatina asimilación del fenómeno está permitiendo también iniciar nuevas búsquedas y preguntas, ya sea en torno a lo que significa vivir con otros (crece la cantidad de parejas que viven separadas y también otros formatos grupales alternativos), como en relación a uno mismo y a la alternancia necesaria de soledad y compañía para vivir en un mundo complejo.
"En un momento como éste, vivir solo es una forma de obtener cierto tipo de soledad restaurativa, una soledad que puede ser productiva. (…) La revolución en las comunicaciones ha hecho que vivir solo sea posible, haciéndola una experiencia potencialmente social"
Quizás uno de los mayores desafíos sea reconocer la impronta nociva que está dejando en la cultura esta falsa dicotomía entre bienestar propio y bien común, una trampa intelectual que continúa desacreditando la aspiración a estar por cuenta propia, ante un panorama que pide urgentemente un "update" en nuestras concepciones sobre la soledad, la autonomía y la sociabilidad.
Solo nation: American consumers stay single
http://finance.fortune.cnn.com/2012/01/25/eric-klinenberg-going-solo/
Eric Klinenberg on Going Solo
http://www.smithsonianmag.com/science-nature/Eric-Klinenberg-on-Going-Solo.html