Veintipico y sin apuro
Los veinte, dicen, suele ser ese momento de la vida en que se tiene la posibilidad de explorar todo aquello que uno se proponga, conocer gente, viajar, formarse, probar diferentes relaciones, trabajos y hasta identidades. Sin embargo, lo que suele seguir a esta idea, en apariencia optimista, es el remate de “porque después no vas a poder hacerlo”. Este punto de vista siempre me pareció muy limitante, algo así como que te den las llaves de la puerta para que puedas salir al mundo, pero no sin antes advertirte fuertemente que tenés que volver antes de lo que preferirías. Una moraleja construida sobre la supuesta certeza de que esa etapa de la vida es irrepetible, ya que no se vuelve a contar con el mismo capital humano (energías, tiempo, esperanzas, motivación, etc) luego.
De manera más que interesante, la realidad parece estar señalando otra posibilidad, o por lo menos permitiéndonos dudar de que las cosas sean tan restrictivas y absolutas como se plantea, abriendo la discusión. Mientras que los hábitos de los jóvenes en buena parte del mundo vienen demostrando cómo los patrones que solían utilizarse como demarcadores de lo que convencionalmente se entiende como un adulto, van postergándose cada vez más, ahora se comienza a hablar en términos de una adultez que lleva más tiempo alcanzar (“emerging adulthood”).
Aquí les dejo algunos datos que ilustran este fenómeno que viene tomando forma desde hace unos años, y que también reflejan la contracara del mismo, ya que si bien se perciben procesos más largos de definición individual, y de a poco más aceptación social, también se puede observar la dificultad para proyectar y sostener un modelo de adultez alternativo.
“One-third of people in their 20s move to a new residence every year. Forty percent move back home with their parents at least once. They go through an average of seven jobs in their 20s, more job changes than in any other stretch. Two-thirds spend at least some time living with a romantic partner without being married. And marriage occurs later than ever. The median age at first marriage in the early 1970s, when the baby boomers were young, was 21 for women and 23 for men; by 2009 it had climbed to 26 for women and 28 for men, five years in a little more than a generation. (…) In 1960, 77 percent of women and 65 percent of men had, by the time they reached 30, passed all five milestones(completing school, leaving home, becoming financially independent, marrying and having a child). Among 30-year-olds in 2000, according to data from the United States Census Bureau, fewer than half of the women and one-third of the men had done so.”
Cierro con una frase que refleja perfectamente esta contradicción que muchos jóvenes experimentan: por un lado la perspectiva de numerosas potencialidades a ser explotadas, pero a su vez la percepción de lo complejo que es operativizar cualquier cosa que se salga un poco de la norma, y la consiguiente conclusión de que casi casi pareciera mejor tener menos opciones.
“There is pressure to make decisions that will form the foundation for the rest of your life in your 20s. It’s almost as if having a range of limited options would be easier.”
Un beso!
Fuente: http://www.nytimes.com/2010/08/22/magazine/22Adulthood-t.html?_r=2&ref=homepage&src=me&pagewanted=all