Este es tu cerebro bajo los efectos de la publicidad
La vemos cuando caminamos por la calle, cuando prendemos la televisión o cuando navegamos por Internet (¿quien no entró a la versión digital de algún diario y tuvo que cerrar cientos de pops-ads para poder leer algo?). La publicidad se ha vuelto parte cotidiana de nuestras vidas, el problema es que pareciera tornarse cada vez más invasiva y prepotente, acorralando incluso al usuario más “ducho”. Simultáneamente, en los últimos años, y especialmente en este país, sobrevino una gran estetización del rol del “creativo” y de toda la movida publicitaria en su conjunto, dejando muy poco lugar para una reflexión más crítica sobre las barbaridades que muchas veces se transmitían con el objetivo de vendernos productos.
Sin ir más lejos, una nota de esta semana comenta como ya se han instalado varias pantallas publicitarias de led en áreas céntricas de la ciudad de Buenos Aires (http://www.clarin.com/ciudades/capital_federal/Luces-colores-cambian-entorno-Obelisco_0_271772976.html).
También esta semana el World Cancer Research Fund, criticó a la FIFA por permitir que empresas como Coca Cola, McDonald’s y Budweiser, que se caracterizan por promover productos poco sanos, sean sponsors oficiales de un evento deportivo, con todas las connotaciones que esto acarrea (http://news.bbc.co.uk/2/hi/health/10176403.stm).
Teniendo en cuenta el impacto no sólo cognitivo (¿cuáles son los efectos de todo este embate publicitario sobre capacidades como la lectura o la concentración?), sino también desde el punto de vista cultural, ¿no sería interesante intentar ofrecer más resistencia a este acoso cotidiano, y a su vez, impulsar un debate más profundo respecto de lo que se emite/promociona?
Slds!
Greta
Es cierto Lau, sería interesante ofrecer resistencia, pero el tema de tomar una "postura independiente" frente a la publicidad es particularmente complejo, o al menos, más complejo que con otros productos culturales. A diferencia de estos, pareciera que de la publicidad no se puede escapar, que está siempre presente, y que no pide permiso para colarse por nuestros ojos. Pocas cosas se pueden hacer entonces, elegir los medios con menor publicidad, o aquellos donde la publicidad al menos se presente en forma "respetuosa" con su target, optar por no consumir productos de compañías que nos ofenden tanto por el modo en que se publicitan como por el contenido de sus campañas, esperando (idealistamente tal vez) que de alguna manera cobren conciencia de que sus estrategias son rechazadas.
Parece haber una guerra, un enfrentamiento constante entre la publicidad y su target. Como en una pelea de espadachines, el consumidor se pone en guardia, defiende sus flancos débiles, aquellos en donde la publicidad se intenta meter para penetrar en las zonas estratégicas del cuerpo/mente del potencial comprador. Esto es paradojal, pareciera poco criterioso por parte de quienes diseñan estas estrategias optar por una dinámica de la confrontación. ¿Es realmente así, una paradoja? ¿Cómo podemos explicarlo?.
Una respuesta posible es que es una paradoja en tanto el enfrentamiento sea visible para los que son atacados. Por el contrario, en tanto el ciudadano común no se vea como un damnificado, o simplemente en tanto no reivindique su derecho a elegir qué ver, dónde, cuándo y cómo hacerlo, la "guerra" no es guerra ni sometimiento sino alguna forma de sumisión legitimada por la irreflexión o la inacción. Los “beneficios” que la publicidad genera en algunos casos estimulan esta relación: mal que bien la publicidad es el sostén económico que permite el acceso a los medios de comunicación de forma gratuita. En otros casos, donde no hay una contraprestación de ningún tipo (ej. un cartel en la calle), parece más incomprensible aún.
Aún así, donde surge la conciencia de decir “no, yo no quiero ver esto” hay una respuesta. Aquellos interesados en que sí veamos eso, piensan en formas alternativas de publicitarse sin recurrir a la guerra. Así es como surgen publicidades más interesantes, creativas, o la tendencia de valorar el hacer publicitario como algo próximo al arte. Una lástima que donde estaba surgiendo un embrión de resistencia, se produzca un reacomodamiento que lo colapsa y lo vuelve a meter en el círculo hegemónico.
Lau
Creo que a la hora de desarrollar una postura independiente frente a la publicidad, la variable fundamental más que buscar aislarse o escapar, es poder contextualizar críticamente esa pieza de publicidad. Creo que esa es la herramienta más fuerte que tenemos a nuestro alcance, más que cualquier “boicot” publicitario que se pueda hacer –con esto no quiero decir que acciones de este estilo no son también bienvenidas.
Luego, si bien como decís Greti la publicidad encuentra nuevas tácticas y se reacomoda para llegar una y otra vez a la audiencia, no es sólo “mérito” de los publicitarios, sino también una gran concesión por parte del público que va, a mi criterio, bajando cada vez más los estándares de calidad y las exigencias, por lo que es cada vez más fácil llegar, congeniarse y hasta entusiasmar.
Y hablando de esto, es simplemente indignante ver la recepción y el entusiasmo con los que se recibió la última campaña viral de Diesel (en blogs, medios especializados, facebook, etc), titulada “Be Stupid”, y que expone brevemente un manifiesto/filosofía lamentable que acompaña los avisos. Parrafada aparte merecerían las cosas sumamente negativas que promueve el comercial, entre ellas, que la valentía, la libertad, la creatividad, etc, son patrimonio de la estupidez, que si no hiciéramos cosas estúpidas o fuéramos estúpidos no habría historias interesantes y entretenidas para contar, que la crítica y la elaboración son tediosas e inútiles… ufff No sigo porque quiero que lo vean por cuenta propia.
Les dejo el manifiesto acá para que lo vean y opinen (luego les paso el transcript)
http://www.youtube.com/watch?v=HhpZiqFCEkw&feature=related
Y los avisos propiamente dichos (gráficas)
http://www.youtube.com/watch?v=y95oitGNrlw&feature=related
En una nota menor, yo no creo que los publicitarios estén rebuscándoselas cada vez más en un intento por llegar al público, porque encima si observan esta campaña, es bien básica, ya desde la estética y desde los recursos estilísticos parece hecho por un nene de 10 años.
Pero realmente… uno se pregunta ante estas cosas, ¿qué pasa por la cabeza de alguien que sale a “bancar” estas publicidades/movidas/mensajes? ¿Cómo contrarrestamos todo esto?…