Jugando a romper profecías
Por Laura Marajofsky
Una persistente nostalgia se extiende por doquier, calando hondo en las expectativas y en las predisposiciones, y debilitando posibles visiones de futuro. Esta nostalgia por un tiempo en que la vida se presentaba como algo más acotado, cuando inimaginables avances apenas inquietaban desde las páginas de los libros de ciencia ficción más que desde la propia realidad, es el sentimiento que parece signar el presente más cercano.
Como todo quiebre en el que se ponen en juego las bases mismas de la existencia tal cual se la concebía hasta entonces, este momento particular fuerza un replanteo integral -y sumamente desestabilizador- de la manera en la que se piensa y proyecta hoy por hoy el hombre. Así, empujados por un incremento en la esperanza de vida, y la posibilidad de llegar a una edad avanzada en mejor estado ( “…the ongoing increase in average lifespan is about to be joined by something never before seen in human history: a rise in the maximum possible age at death”), los especialistas en distintos campos del conocimiento están comenzando a preguntarse qué nos espera.
Un cambio como éste supone no sólo fluctuaciones demográficas que inciden en los aspectos más básicos, como la organización social y la administración de los recursos, sino que también implica transformaciones en el modo de concebir y gestionar los ciclos vitales del individuo. En lo evidente, la prolongación de la vida plantea desafíos al sistema actual de trabajo y de retiro (una menor proporción de gente joven tiene que sostener a una cada vez mayor proporción de gente mayor), amenazando la noción misma de recambio generacional, y acentuando la brecha económica y de poder entre padres e hijos (además de sobrecargar una ya de por sí conflictiva relación). No es casual que recientemente se hayan publicado varios libros que explican cómo los “baby boomers”han perjudicado a quienes les siguieron.
En otra línea, vivir una mayor cantidad de años podría acarrear otras interesantes consecuencias, por ejemplo en lo que tiene que ver con los modelos de vida propiamente dichos. ¿Acaso vapuleadas instituciones como el matrimonio resistirían un cambio radical en las condiciones temporales? ¿Qué ocurriría con las relaciones, no sólo las de pareja? ¿Lograrían los vínculos de amistad, tal cual están planteados en nuestros días, sobreponerse a los efectos de la rutina y el acostumbramiento? ¿Y qué decir del trabajo, los proyectos? ¿Podemos imaginarnos entretenidos y estimulados por lo que hacemos, si se tratara de sostener esa motivación durante mucho más tiempo?
Fundamentalmente, tal vez la mayor provocación sea la de tener que reconnotar la naturalidad e inevitabilidad de ciertos fenómenos, entre ellos, una concepción cíclica de la realidad que dicta que llegado un momento, las generaciones más viejas ceden el lugar, retirándose para que las nuevas desplieguen su potencial. Sucede que, por un lado, los diversos progresos están retrasando esa esperada decadencia, de modo que las potencialidades de los jóvenes ya no son las únicas a ser tenidas en cuenta; a su vez, el otro gran salvoconducto que se ofrece para transitar la cotidianeidad, la opción de la descendencia como facilitador de propósitos y aporte al ciclo vital mencionado, parece ser una opción cada vez menos elegida.
De esta manera, se dificulta el cumplimiento del contrato que demanda -aunque con letra chica- un retiro obediente y silencioso de la vida. Ante tamaña osadía -a quién se le ocurre permanecer más de lo que los sistemas previsionales soporten-, surgen algunos discursos de lo más conservadores. Es el caso de Leon Kass, presidente del consejo de Bioética en los EEUU, quien postuló que los ciudadanos deberían “resistirse a la peligrosa atracción de la conquista del envejecimiento y la muerte”, y básicamente atenerse a períodos más adecuados.
Llama la atención que lo que se proponga sea un recorte de las expectativas antes que un cuestionamiento a viejas mentalidades, buscando un conveniente “aggiornamiento” de los esquemas vigentes en vez de una genuina reconstrucción. Se habla constantemente de la inminente crisis que ha desatado, entre otras cosas, la posibilidad de extender nuestros años de vida, pero bajo ningún concepto se considera el impacto de esta tendencia en relación al contexto cultural que nos toca vivir. Estamos ante un marco preparado para las perspectivas y circunstancias de otras épocas, desde los preceptos sobre los cuales se organizan los gobiernos y demás instituciones (siendo el Estado de bienestar contemporáneo un tópico altamente discutido), a los pilares sobre los cuales se erige la vida moderna ( endeudarse para estudiar, tener una familia, adquirir una propiedad, etc).
La estrategia parecería ser perpetuar la creencia de que todo tiempo pasado fue mejor, sin reconocer -a veces por miopía, otras por simple cobardía- el tangible cambio en las condiciones del juego, e incluso pretendiendo que el resultado de la partida sea el mismo ante un nuevo escenario. Lo que se dice, hacer trampa. La sensación de que todo ya fue hecho o inventado, de que los verdaderos protagonistas fueron otros, reside precisamente en la dificultad para percibir la trascendencia del período actual.
El negocio de la melancolía le es funcional a aquellos que se rehúsan a aceptar que viene siendo hora de implementar otros diseños humanos inspirados en la expansión y la conquista de nuevos territorios. Al fin y al cabo, los puntos de inflexión no sólo suceden, sino que son generados a fuerza de intrepidez y visión, recreando nuevas formas de ver el mundo.
Marisa, la negra
14/04/2010 19:20
Recuerdo una frase que me decía mi abuela, que algunos de los compañeros de Río Revuelto han conocido, cuando le preguntaba acerca de si sentía afortunado el hecho de haber llegado a ser tan longeva “lo triste de esto es que todos los amigos se van, lo bueno de todo esto es que uds. Crecen y también se van”.
La vejez en México es sinónimo de mendicidad, discriminación y vulnerabilidad… no hay acceso a sistemas de salud, educación, ni asistencia en la pura realidad. Las pensiones pretendían ser en el mundo, la garantía social de los trabajadores para una vejez digna, porque las administraciones por parte de los Estados Benefactores no rendían utilidades, las de las Administradoras tampoco en el medio de las crisis económicas que se han estado dando en el mundo… está todo dentro de una misma rueda, si no se busca una alternativa diferente a la ya concebida. La vejez seguirá siendo un sinónimo de vulnerabilidad. Los sistemas no son malos, sino la forma en que están manejados son las equivocadas, nuestros fondos de pensión invierten en réditos de empresas que repatrían sus beneficios para cubrir las pérdidas de sus países de origen, empresas a las que les importa muy poco que ese sea el dinero que usen nuestros ancianos para comer… los que pensaron que la solución iba por ahí, se equivocaron. Los sistemas de pensiones han envejecido con nosotros…
Los viejos tienen una capacidad, la de contemplar la vida con calma y coherencia.. Si uno ha tenido éxito en la vida, habrá desarrollado la integridad del ego, se habrá vencido la desesperación y continuaremos con la esperanza de seguir viviendo a pesar de saber que estamos más cerca en posibilidades de morir. Por ende, la posibilidad de que esta sociedad se sumerja ante fenómenos producidos por la tercera edad es cada vez más inminente, eso es bueno, si tenemos en cuenta que quienes los produzcan no ven la vida como algo por cambiar y volver a vivir sino como una integración coherente de lo que ya han vivido, no sería un buen punto el trabajar con ellos y no verlos como algo “ajeno” a nosotros…
Aceptar lo vivido, sin arrepentimientos importantes sobre lo que pudo haber sido diferente, implica aceptar a los padres como las personas que hicieron lo mejor que podía y por tanto merecen amor, aunque no fueran perfectos, aceptar a los amigos como son, a las parejas como lo que pueden dar y la propia muerte como el fin inevitable de la vida. Veo a mi madre, y me digo que la vejez es la época para preocuparme por mí misma sin que eso sea considerado egoísta o como un pecado por parte de la sociedad (que nos machaca que nos tenemos que ocupar de nuestros hijos, de nuestra profesión, oficio o trabajo).
Hay un punto dentro del artículo que se me hace interesante, el de la motivación, que es el punto que hace que algo largo no sea necesariamente molesto, si mi motivación es mi casa, mis hijos, mi pareja, mi exterior, habrá inevitablemente un momento en donde las cosas puedan llegar a carecer de sentido alguno, independientemente de lo larga o corta que sea la vida… la motivación es algo móvil, algo interior, la posibilidad de que algo que uno haga lo haga feliz, independientemente de para quien lo haga, cómo lo vaya haciendo o cuáles sean mis capacidades físicas para hacerlo… y cuándo lo hagamos… en ese sentido podemos generar cosas dentro de nuestra vejez, tan útiles y necesarias como las que generamos en nuestra “edad productiva”… y que nos generen una mejor calidad y no cantidad de vida que es para mí lo importante… (no es fácil!)
Pablo M.
15/04/2010 15:44
Hola gente!
Bueno, Negra, me parece interesante lo que decís pero debo disentir en varios puntos.
Para empezar, me parece que el sistema de pensiones no es “malo” porque la gente que lo administra lo hace mal. Probablemente haya algo de eso, pero lo principal que hace insostenible dicho sistema es la inexorable inversión de la pirámide poblacional. Menos jóvenes, más viejos, por ende menos plata ingresa al ruedo para mantener a más personas. Exactamente lo que ocurre hoy en día en Europa.
Por otra parte, y saliendo un poco de la cuestión técnica del colapso del sistema de pensiones, creo que lo principal que inspira a pensar esta época, este texto, es la chance de hacer las cosas de otra manera. Vivir diferente, elegir aprender de otra manera, elegir trabajar bajo otras condiciones, elegir no casarse, elegir no tener hijos, elegir no tomar la muerte como el fin inevitable de la vida… Y con esas elecciones viene otra exigencia. Yo quiero exigirle más a la vida, lo máximo que pueda.
¿Por qué recién la vejez tiene que ser el tiempo para pensar en uno mismo? Yo quiero que todo mi tiempo sea para pensar en mí, en cómo mejorarme, en cómo mejorar el mundo que me rodea ¿Por qué si elijo otra manera de vivir mi vida que no sea la tradicional esta cultura me considera egoísta (como vos misma declarás)? Porque silenciosamente, más allá de que existe el mágico consenso de que cada uno hace lo que quiere con su vida, se propaga un modelo y si sacás los pies del plato sos un egoísta.
Saludos!
Laura Marajofsky
15/04/2010 16:20
Hola negra, cómo va? Bueno quería aprovechar para contestarte algunas de las cosas que planteas. Por un lado te comento que mi intención al escribir el texto no fue entrar en un debate específicamente acerca del tema de las pensiones y el Estado de bienestar, sino hipotetizar y debatir acerca de los posibles cambios culturales (de modelos de vida, de motivaciones en el individuo) que pueden manifestarse en relación a avances muy concretos en la prolongación de la vida… que algunos pueden considerar negativos, yo en lo personal, los veo como una posibilidad más para explorar.
Por otro lado, respecto de la vejez y la supuesta sabiduría que se adquiere, vos mencionás que “los viejos tienen una capacidad de contemplar la vida con calma y coherencia”, y creo que es un lugar común que estaría bueno desafiar, no dar por sentado que los años traen aparejada coherencia y visión… Sí, luego mencionás algo que me parece crucial, hablás de “continuar viviendo con esperanza aún sabiendo que estamos más cerca en posibilidades de morir”. Esto me parece otro pilar de la vida que no hay que dar por sentado, en especial cuando muchas veces éste pareciera ser el sentimiento que rige la mayoría de nuestros actos, la predisposición que se extiende por sobre muchas de nuestras elecciones…
Finalmente me detengo en lo que vos calculo considerás una predisposición adecuada para enfrentar el día a día, y que remitiéndome de nuevo a tus palabras, consiste en aceptar lo que fue sin pensar demasiado en lo que podría haber sido diferente. Yo me siento más cerca de una postura que busque no lamentarse constantemente por el pasado, pero que sí analice lo que anduvo mal para tratar de mejorarlo. En ese sentido creo que es una actitud cotidiana, que se trata de creer en el cambio y en la posibilidad de estar mejor, y no resignarse ni ante las propias limitaciones sin oponer mayor resistencia. Es como que una cosa es decir, “yo estoy acá y voy a dar pelea”, y otra muy distinta, “yo estoy acá, y haré lo que pueda”.
Cuando hablás de la motivación personal, no me queda del todo claro que el tema del paso de tiempo sea una variable totalmente divorciada… es decir, no sé, no creo que incida de la misma manera tener más o menos tiempo a nuestra disposición, y definitivamente es algo que hay que meter en la ecuación. Como vos decís, la motivación es algo “móvil, interno”, pero me parece que también tiene que ver con cuestiones/actores externos, el tiempo de vida de uno, para quién hacés las cosas que hacés, cómo y demás.
Un beso!
Pame D.
28/04/2010 00:28
Hello, Ladies & Gentelman,
Hey Pablo, el sistema de pensiones efectivamente está colapsado…es decir, existen razones sistémicas que generan las falencias, aunque también comprendo cuando hacés mención a la inversión de la pirámide poblacional como la falla de base…yo diría más que una inversión…diría mutación hacia una pirámide de tipo cebolla, tal como afirma Malthus en alguna de sus teorías de desarrollo poblacional…y en realidad no concuerdo contigo, dado que esa transformación, se puede ver en Europa y en países asiáticos desarrollados como Japón.
Argentina aún es un país con una pirámide poblacional cuya base está sustentada por la PEA…con lo cual, no veo ahí una justificación muy estructural respecto de la falla del sistema de pensiones, sino todo lo contrario!! Si mirás estimaciones hacia el 2050 de expectativas de población mundial, la pirámide está totalmente equilibrada entre PEA y la población pasiva, ergo, desde mi punto de vista, no lo veo como un potencial problema.
Inclusive me animaría a decir, que las fallas, más que sistémicas son de tipo antropogénicas, es decir, causadas por los comportamientos 100% antiéticos, financieramente hablando, de quienes manejan nuestro dinero. Si analizás las carteras de inversiones que hacían las AFJP…la rentabilidad nos desfavorecía por completo; los valores de las cuotas partes, el aumento de la inflación, hacían que perdieran su valor en términos no sólo reales sino nominales, lo cual, una verdadera catástrofe!!
Por otro lado, creo fechacientemente en la posibilidad de construir nuevas formas de vida, con más optimismo y actitud, nuevas oportunidades y elecciones que sean socialmente aceptadas sin sentir que nos salimos de lo estipulado ( y aquí pienso que tanto tener como no tener hijos, casarse o no, elegir la vida hoy, esta vida y no la muerte, entre otras, sean todas opciones válidas, sino, suena como una en detrimento de la otra y me parece totalmente rígida esa postura) pero ahí coincido con Marisa, la gente grande indefectiblemente tiene más experiencia…lo que no significa que toooodos piensen con coherencia y paz, pero insisto, que tienen mas vida vivida…no hay duda alguna; ergo creo que la gente grande sí tiene mucho mucho para enseñarnos.
“Yo me siento más cerca de una postura que busque no lamentarse constantemente por el pasado” Totalmente de acuerdo…y aquí me detengo: esa postura viene acompañada de ciertas vivencias, de cierta retrospectiva que sólo se gana viviendo…y no puedo dejar de citar a Kundera cuando dice que en la vida no hay boceto, sino el paspartú ahí listo para ser pintado. No hay prácticas previas, no hay ensayos. Y ahí los errores no son azarosos, de hecho estoy segura q están ahi esperándonos, para mostrarnos que la vida no es lineal y ahi coincido con Pablo…por eso, desafiemos a nuestra vida, exigámosle, pero desde una perspectiva constructiva, no destructiva que no nos permite disfrutar. Y en esos errores, también devienen lamentos y perdones…que no van a modificar el pasado, pero pueden modificar el futuro en inclusive mejorarlo. Y esto último, aplica para muchas de las instancias de nuestras vidas, empezando por nosotros y luego extrapolando a nuestro microentorno, nuestros afectos y quienes nos rodean.
Un besote.
Laura Marajofsky
28/04/2010 01:51
Hola Pame! Bueno, la verdad que hay mucha tela para cortar de tu muy buen aporte, quisiera más que nada detenerme en la segunda parte de tu comentario, que refiere fundamentalmente a cuestiones que yo llamaría de tipo “cultural”, y que como le dije a la negra son las que más me interesa tratar.
Creo que hay una parte de tu comentario Pame, cuando decís que vale tanto hablar de la opción de tener hijos, como no, de casarse como no, etc, porque sino se están como desmereciendo otras opciones, que a mí me resultó muy representativa de cómo se entiende y manipula el concepto de la tolerancia hoy en día. Es decir, creo que muchas veces en esta cultura se plantea que hay que ser abierto y tolerante para con otros puntos de vista, otras formas de vivir la vida, y sin embargo, con este mismo lema a veces parece imposible criticar o hablar de otras formas de hacer las cosas… porque ya parece que estás siendo despectivo con el otro o algo así.
Por otro lado, entiendo que cuando Pablo habló de “vivir diferente”, se refirió a cosas muy concretas, que fueron justamente las que nombró, y no se trata de ser más o menos rígido, se trata de reconocer que el comentario se hace en referencia a una clara hegemonía cultural que existe y que dicta determinados patrones. Es decir, si se plantea que uno quiere vivir diferente o construir otros modelos, creo que no se está incurriendo en ninguna intolerancia o cerrazón mental, sino en la pura observación de un orden preexistente y en la motivación de hacer algo diferente. Simplemente eso. Por lo tanto, no es lo mismo decir “casarse, o no casarse”, “ir a la universidad, o no”… ¿Se entiende?
Me parece que hay que poder soltarse más, hablar sin tapujos y entender que acá lo que se pone en juego son nada más (y nada menos) que ideas acerca de cómo implementar ciertas cosas en la propia vida…a veces sí en detrimento de otras, porque justamente uno reflexiona acerca de qué le parece una mejor elección, pero sin desmerecer ni faltar el respeto a nadie.
Luego cuando citas lo que yo dije respecto de los arrepentimientos y el pasado, agregas una hermosa frase de Kundera. Y sí, es cierto que a veces para la vida no hay ensayos, pero eso no quita que no tengamos muchas cosas de las cuales agarrarnos para modelizar e imaginar. No sólo lo vivido nos ilumina el camino. De acuerdo también con el tema de exigir desde una perspectiva constructiva, pero también me pregunto si al decir que no debemos olvidar el disfrute no se está asociando la exigencia con algo que se padece más que otra cosa…guarda con eso.
Besote enorme!